martes, 4 de febrero de 2014

Cauca y Valle del Cauca


Popayán nos recibió con un show de fuegos artificiales que en la vida habíamos visto. Era la primera ciudad del Departamento del Cauca que visitábamos y estaba de cumpleaños.
Nos hizo recordar mucho a la ciudad de Sucre, en Bolivia. Le dicen la Ciudad Blanca, igual que a Sucre, porque la mayoría de sus edificios emblemáticos están pintados de ese color.





Es una ciudad universitaria, igual que Sucre, y los fines de semana queda completamente vacía, también igual que Sucre.
Nos encantó caminar por las calles sin apuro y subir al mirador del morro para ver el atardecer, donde parece que estuvieras muy cerca de las nubes.
Caminamos bajo la lluvia torrencial cuando cruzamos el Puente del Humilladero y tomamos helado de mango viche (mango verde con sal).



Allí nos quedamos en la casa de Carolina, una chica que conocimos en la Laguna de La Cocha. Pasábamos el día con ella y su familia en la casa y por la noche dormíamos en la Kangooneta en la puerta.


La tercer y última noche, mientras estábamos re dormidos sentimos que nos golpeaban la ventana.  Nos despertamos sobresaltados e inmediatamente vimos luces rojas y azules. Era la policía. Abrimos la ventana y muy amablemente nos preguntaron si íbamos a pasar allí la noche. Resulta que unos vecinos notaron que el auto estuvo ahí varios días y llamaron a la policía pensando que estaba abandonado. Después nos enteramos que la gente es bastante paranoica con ese tema porque años antes se dejaban autos bomba en las calles para dañar civiles y aunque eso ya no pasa, se quedaron con el miedo.

Siguiendo camino con rumbo al norte, nos encontramos con el Departamento del Valle del Cauca, que tiene un terreno tan plano que se asemeja a las rutas a las que estamos acostumbrados en Buenos Aires y sus alrededores pampeanos. Allí se cultiva por todos lados la caña de azúcar, pero de eso hablamos después.

Siempre decimos que las ciudades grandes nos estresan, y Cali no fue la excepción.
Además del tráfico, el calor es muy agobiante. Nos preocupaba poder dormir en la Kangooneta y aunque Gaby al principio no me creía, Cali se pone hermoso después de las 5 de la tarde. Una brisa fresca invade la ciudad y no parece la misma que durante el día.

Al día siguiente nos dedicamos a caminar por la ciudad, recorriendo los puntos más importantes, con el sol ahí arriba custodiándonos.

"El Gato de Tejada" a orillas del río 


Cuando podíamos nos metíamos en alguna que otra iglesia y en el Museo del Oro de la Cultura Calima, para que nuestros cuerpos tengan un respiro.

Con Cata, una gran amiga, y su esposo Rodrigo, almorzando en el barrio de San Antonio.

Nos contaron que existía un Museo de Cine y no podíamos no ir… Gaby estaba mas contento que perro con dos colas. Nos recibieron Santiago y Hugo Suarez, director del Museo, quien además tiene un auto Thunderbird del año 1950, en el que nos llevó a pasear.



La cámara de fotos más grande del mundo
Nos proyectaron una película del año 1934 con un proyector del año 1943!



Esos días nos quedamos a dormir en un edificio en construcción, donde vive una familia que está ahí cuidándolo. Hay luz pero no hay agua, por lo que juntan agua de lluvia para bañarse y para todo lo necesario. Hasta tienen un vecino que se copó y les dio la clave de wifi para usar internet.
La familia es muy humilde, trabajadora y nos trataron muy bien. Por las mañanas nos convidaban café y el día que nos íbamos a ir, retrasamos un poco la partida porque nos invitaron a almorzar. La señora ya había puesto a remojar frijoles y no pudimos negarnos. Preparó una deliciosa sopa de frijoles y de segundo plato arroz, chorizo, huevo frito, arepa y aguacate, acompañado con jugo natural de maracuyá. Les preguntamos si ellos siempre comían así, porque yo no pude terminar el plato, y respondieron que no, que era para ocasiones especiales como nuestra visita.
Nos hicieron sentir mal por irnos, porque tenían pensado llevarnos a pasear, pero por nuestro lado teníamos un compromiso cerquita de Cali, en Palmira.

Allí viven Andrés y Lina, quienes planean un viaje para los próximos meses y nos invitaron a su casa. Intercambiamos anécdotas y experiencias con ellos y también aprovechamos para ponernos al día con la escritura y las fotos.
Visitamos la Catedral de Palmira, que estaba cumpliendo 100 años. Para celebrarlo inauguraban una muestra fotográfica en la que Andrés exponía unas fotos muy lindas y hasta conseguimos subir a la cúpula de la Catedral para tener una hermosa vista de la ciudad. Para llegar teníamos que subir seis tramos por esas escaleras verticales que parecían interminables. La verdad es que me daba mucho miedo, pero me propuse vencerlo y logré subir.





Como premio nos fuimos a comer unos deliciosos cholados con todas las frutas y mucha leche condensada.



 También probamos el chontaduro con miel y limón y el batido de borojó con leche.
Hay tantas cosas distintas a las que estamos acostumbrados que no podemos creerlo.



Con Andrés y Lina aprendimos a jugar Parqués, hicimos pizza a la parrilla, asado vegetariano y disfrutamos de la pileta. También fuimos a ver a Lina jugar un partido de “Roller Derby”, un deporte que desconocíamos totalmente y nos pusieron a anotar los puntos. Les advertimos que éramos nuevos en eso y dijeron que no importaba, así que nos animamos y nos fue bastante bien.




 Como dijimos antes, la zona del Valle del Cauca es donde se cultiva la caña de azúcar, todos son cañaverales y la economía de la zona se basa en eso. Los ingenios azucareros, las empresas que hacen dulces y golosinas están cerca de allí, porque tienen la materia prima cerca, y el puerto de Buenaventura, único puerto del Pacífico. Algo que nos dejó estupefactos fueron los camiones que trasladan la caña recién cosechada. Les llaman trenes cañeros y tienen hasta 5 vagones. Una cosa es verlos en la ruta, pero otra muy distinta es verlos en la ciudad tratando de dar vuelta en una rotonda. Como hacen para manejar eso, no lo sé.




Visitamos una Hacienda en la que funciona el Museo de la Caña, donde pudimos ver las máquinas con las que históricamente extraían el jugo de caña o guarapo y disfrutamos de un paisaje hermoso y lleno de verde.







Nuestro paseo por el Valle del Cauca terminó en el Lago Calima, el lago artificial más grande de Colombia, que nació a raíz de una represa hidroeléctrica. Es paseo obligado para los caleños en los fines de semana, donde se puede pasear en bote o alquilar un jet sky. Nosotros lo disfrutamos más en soledad, un lunes cuando no había nadie.





3 comentarios:

  1. Hola Flor, hola Gabi, como siempre muy interesante lo que nos enseñan, seguimos aprendiendo, gracias por tomarse el trabajo de transmitirlo, cariños. Adrian

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  2. Chicos seguimos viajado y aprendiendo ,gracias.besos papa jorge

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  3. Hola! Pero hola como encuentro o reencuentro...Porque esto es lo que pasa cada vez que descubrimos que publicaron "algo nuevo". Se dieron cuenta que somos casi 2000 los que seguimos sus pasos a través de la web ????!!!!! Hermosas tus fotos Gaby y hermosa tu narración Flor. Cada vez me entero (porque me lo dicen) que se hicieron "fans" de ustedes...Besos y abrazos. Hasta pronto! Mami Mirta.

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