domingo, 29 de junio de 2014

Días de hacer poco, charlar mucho y comer más!


Después de recorrer la Gran Sabana volvimos a Puerto Ordaz, a la casa de Victoria (la tía del esposo de mi prima Dani). Ella vive aquí hace mas de 30 años. Vinieron por el trabajo de su esposo con los 3 hijos cuando eran muy chiquitos y se terminaron quedando. Los chicos han hecho su vida en Venezuela, formaron familia y se sienten más de aquí que de allá, aunque Victoria los acostumbró a las comidas típicas de Argentinas, como a nosotros nos hizo unas buenísimas milanesas con puré.




Nos quedamos allí unos días disfrutando de la calidez del hogar y volviendo loca a Victoria que nos llevaba de acá para allá: a pasar un día en la pileta del club, a cambiar el aceite del auto, al museo de la represa hidroeléctrica, a comprar pasajes para el ferry para ir a Isla Margarita, a la farmacia porque yo estaba engripada, a ver la unión de los ríos Caroní con el Orinoco, etcétera, etcétera…
 
Unión de los ríos Caroní y Orinoco
Dejando Puerto Ordaz nos esperaba Isla Margarita, La Perla del Caribe o la “Isla más chévere”, donde nos encontraríamos con mis padres. Nuevamente recibiríamos el cariño de los nuestros, abandonaríamos la Kangooneta por unos días, comeríamos distinto y recibiríamos cosas ricas traídas especialmente para nosotros, para que no extrañemos tanto.



Fueron días de hacer poco, charlar mucho y comer más.
Los primeros los pasamos en Playa el Agua con una escapada a Playa Zaragoza.
Después nos mudaríamos a Playa el Tirano y por último a la Isla de Coche.
Las playas de Margarita no fueron lo que esperábamos. Teníamos idea de encontrarnos con un mar planchado, como esas imágenes que uno se hace del Caribe, pero eran todo lo contrario. En general tenían mucho oleaje y agua no tan calentita (la de Zaragoza era como meterse en el mar en Mar del Plata en julio).

Playa Zaragoza


Pero lo que no tiene Margarita en playas, lo tiene en mega complejos hoteleros y centros comerciales. El boom comenzó a darse porque es una zona libre de impuestos y como acá se chupa bastante, todos van con ese objetivo. Todos van de compras y no ves a nadie sin cajas de whisky, vodka o ron. Todos van a la playa con conservadoras (acá les dicen cavas) y como bien nos dijo un venezolano: El que no tiene una cava, no quiere a su madre.

La segunda noche con mis padres estábamos volviendo de cenar, cuando en la recepción del hotel nos encontramos con un guardia del parador de la playa que había ido a avisar a otros huéspedes que había una tortuga desovando. Si hubiéramos llegado al hotel 2 minutos antes o 2 minutos después, nos perdíamos el espectáculo.

En Surinam cobraban mas de 100 euros para ir a ver tortugas. En Guyana Francesa intentamos verlas pero no tuvimos suerte. Y aquí, sin buscarlo, se nos presentaba la oportunidad.


Una madre gigante y soltera en un acto de amor, dejando mas o menos 400 huevitos enterrados en la arena, a fuerza de lágrimas, en un lugar donde ella determinó que la temperatura era la correcta. Y nuestra pregunta, porqué eligen ese lugar? Porqué aquí y no otras playas? Porque aquí nació ella.
Y tuve que hacer fuerza para contener las lágrimas, porque no puedo entender como, en la inmensidad del mar, logró encontrar el lugar donde su madre hizo lo mismo unos años antes.


La tortuga hizo lo que tenía que hacer y volvió al mar. Sus hijos van a nacer 45 días después y ella nunca va a estar ahí para verlos.
Y después las madres (no solo las nuestras, todas) se desesperan porque no saben nada de nosotros por algunos días, porque no contestamos el teléfono o por saber si estamos comiendo bien.

Otro espectáculo de la naturaleza que no deja es maravillarme son los pelícanos, cuando vuelan tan bajito que parece que acariciaran la superficie del mar y van en grupos haciendo coreografías en el aire. Pero lo mas zarpado es cuando se zambullen para agarrar un pescadito que divisaron desde arriba. Van volando, pliegan las alas y “se tiran” desde unos 5 metros de altura, si no más. No se si les dolerá, pero tiene toda la pinta que sí.



Nos cruzamos a la Isla de Coche en un paseíto de 45 minutos en barco que no le recomiendo a nadie. Varias veces tuve la sensación de que se iba a dar vuelta. La embarcación era muy precaria y el capitán iba balanceando el barco con su cuerpo. Definitivamente no estoy hecha para el mar.






Esa playa sí que es el Caribe! Aunque bastante ventoso, en la Isla de Coche la arena es blanca, la playa es amplia, el mar es transparente, no hay olas y el sol se pone en el mar como me gusta.




Tuvimos la oportunidad de comer ostras y otros bichos del mar (había unos que se llamaban “Rompecolchón o“Rompecatre”). Entiendo que para quienes viven allí es normal conocer todos los nombres de estos bichos, pero ellos no entienden que para nosotros no.
-       - De que son las empanadas?
-       - De “Pepitona”
-       - Ahhh y que es? Como un marisco?
-       - No, pepitona es pepitona! (mientras nos miraban con cara de “no entendés nada”)
-       - Ok, gracias! Deme cuatro.

Con muchas anécdotas y recuerdos de la familia, tuvimos que despedirnos de mis padres. Ellos se volvieron a Argentina y nosotros seguimos con nuestro viaje.





Las tetas son helados en bolsita con forma de teta.
Estallamos de la risa cuando mi papá le preguntó a la señora si tenía tetas! 

Fuimos a recorrer Pampatar, un barrio de Margarita, en donde visitamos el Castillo San Carlos de Borromeo y el faro de Punta Ballena, donde había que caminar esquivando las cagadas de los gaviotines y pelícanos que estaban ahí planeando. Bromeando, le dijimos a la chica de seguridad que tendrían que alquilar paraguas, pero nunca entendió el chiste.






Nos encontramos con una familia argentina viajera (Quique, Marisa, Eden y Fede) y fuimos con ellos y Jorge y Claudia (argentinos que viven allí hace como 20 años) a La Restinga, un parque nacional de manglares, y al Museo del Mar.


Estuvo buenísimo el paseo y lo más sorprendente de todo fue ver estrellas de mar agarradas a las raíces de los manglares. Vimos también una garza enorme y aunque nos dijeron que había caballitos de mar, preferimos que no los busquen. Son muy frágiles y dicen que cuando los agarran para mostrar a los visitantes, se estresan mucho.  
Terminamos el día en la playa charlando y comiendo alfajores!




De los manglares salen las ostras que se venden en la playa





Antes de irnos de la isla, Jorge y Claudia nos hospedaron en su casa. Como siempre, preguntamos por un lugar seguro para estacionar y dormir y ellos nos ofrecieron una habitación. El viaje y la gente no deja de sorprendernos!

8 comentarios:

  1. Queremos más alfajores!
    Federico y Eden

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Que bueno chicos que les hayan gustado!! Traigannos ustedes a nosotros!
      Abrazo!

      Eliminar
  2. Tremenda fotografía Gabi. Sigan escribiendo, ya se acerca nuestra hora. Un abrazo enorme a los dos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por los halagos!!! Mucha suerte con los preparativos!! Abrazo!

      Eliminar
  3. ¡ Qué lindo haber podido compartir con Uds. esos días!!!!
    Besos mil.

    ResponderEliminar
  4. Que lindo y que divertido que lo cuentan! Se goza cada blog que publican! Y no queda mas que pedir que sigan asi....Donde sera nuestro proximo lugar de encuentro?! :-) Mami Mirta

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias!!! Que bueno que lo disfruten! Nos vemos en el futuro!

      Eliminar

Dejanos tus comentarios acá!

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...