miércoles, 10 de diciembre de 2014

Si te digo “Quetzal”, te suena?

Antes de viajar para nosotros era una palabra que no nos sonaba a nada. Y no solo aprendimos qué es, su significado e importancia, sino que además LO VIMOS, y te lo contamos todo.

Fotografía de Ranchitos del Quetzal 
El Quetzal es el ave nacional de Guatemala, e históricamente fue muy valorada por los Mayas. Para ellos se llamaba “Kuk” por el sonido que hacía y era representado con un glifo (gracias a Panchete por sus conocimientos de Maya Clásico).

Kuk, en Maya Clásico, el glifo que representa al quetzal. 
Dice una leyenda Guatemalteca que el Quetzal solía cantar hermosamente antes de la conquista española, y ha quedado callado después, pero cantará otra vez cuando la tierra esté libre de verdad.
Los Mayas utilizaban las plumas de estas aves como decoración  y también eran moneda de intercambio. La pluma de la cola de un Quetzal macho puede medir hasta 70 cm y era tan valiosa como el oro, es por esto que también hoy en día la moneda nacional de Guatemala se llama Quetzal.

El Quetzal en bordados típicos guatemaltecos

Pero por qué era tan importante el Quetzal?
Por su belleza claramente! Es un ave majestuosa, de un color verde iridiscente y un rojo chillón, con una cabeza chiquita y despelucada y con una cola muy larga (el macho).
El Quetzal también es llamado la serpiente emplumada: Al volar su cola se mueve en el aire como  una serpiente al arrastrarse, por eso el nombre al dios Quetzalcóatl.

Pero sería tan importante si fuera común como las palomas? (Sin desprestigiar a las palomas)
Claro que no! Es un ave muy tímida y difícil de ver, mantiene su misterio y eso hace que sea muy deseada.
Vive en los bosques nublados de Guatemala, México, Panamá y Costa Rica. A diferencia de otras aves, el Quetzal disfruta del frío y de la lluvia, por eso sale más en las madrugadas luego de una noche lluviosa que en los días de sol.

Como fue que vimos uno? Fue tan fácil?
Es una larga historia, bueno no tan larga, pero tuvo un final feliz.

Todo empezó cuando estábamos en Boquete, Panamá. Allí había un sendero llamado “Sendero de los Quetzales”, muy cerca del límite del Parque Nacional La Amistad, que tiene tierras tanto en Panamá como en Costa Rica, y uno de sus objetivos es preservar al Quetzal, ya que está en peligro de extinción.

En el Sendero de los Quetzales en Panamá
Fuimos a probar suerte por recomendación de Juan, un uruguayo con el que compartimos esos días. Juan viene bajando con su camioneta desde Canadá y nos contó que había estado persiguiendo a los Quetzales desde México y que nunca había visto uno. Después nos dimos cuenta de que seguramente no lo vio porque no para de hablar! Y una de las reglas para ver aves es estar estático, calladito, estatua!
Estatuas y todo, no vimos nada!

Cuando llegamos a Guatemala, a la casa de Regina, una de las cosas que ella y su familia nos recomendaron hacer fue ir al Biotopo del Quetzal, una reserva para preservar su hábitat natural, ya que los alrededores se han deforestado mucho debido a la agricultura. Nos contaron que ninguno de ellos había visto uno en su vida y más adelante, hablando con otros guatemaltecos, nos fuimos dando cuenta de que la mayoría nunca había visto uno.

En Cobán, luego de un encuentro de argentinidad con Citronautas de América Mestiza y Circo en Kombi, decidimos ir en búsqueda de esta extraña ave, que tiene un pico tan chiquito y delicado que no puede hacer su propio nido y tiene que usar nidos que otras especies de aves abandonan.
 
Noche de ñoquis!
No somos especialistas en avistamiento de aves, no tenemos la paciencia ni la experiencia ni los elementos adecuados, como binoculares ni cámara con super mega lentes para sacar fotos a la distancia, por lo que intentamos ir a lo “seguro”.

Nos contaron que el Biotopo tiene senderos para caminar en los que es “difícil” ver el Quetzal, sobre todo porque hay mucha vegetación y árboles muy altos y tupidos, entonces es más complicado de divisar. Por eso, después de mucho preguntar, analizar y de saber la experiencia de los Citronautas, decidimos ir a Ranchitos del Quetzal, un Parque Ecológico que queda al lado del Biotopo.
Dicen que los mejores momentos para ver aves son el amanecer y el atardecer, así que nos levantamos  4.30 am y viajamos 50 km desde Cobán hasta este Parque. Llegamos a las 5.55 am y el único que estaba allí era el celador de la noche, y el Quetzal! Bueno, según nos contó el celador, había estado parado en una rama hasta 5 minutos antes de que llegáramos. No podíamos creer tener tanta mala suerte! 
El celador empezó a buscarlo y nosotros detrás de él. No es muy fácil mantener la vista hacia arriba mucho tiempo porque te empieza a doler el cuello. Sinceramente, no creí que volviera a aparecer. Pensé que nunca lo íbamos a distinguir entre las copas de los árboles porque se camuflaría, pero en un momento, el genio de Gaby dijo: ahí esta!
Avancé hasta donde él estaba y lo ví. Su color no tenía nada que ver con el verde de los árboles, era como brillante, fluorescente y era el macho!

Es fluorescente, lo ves?
Buscando al quetzal!

Dicen que es más común ver a la hembra que al macho, pero ahí estaba, paradito en una rama mostrándonos sus plumas y su pecho. No duró mucho en esa posición y se cambió a otro árbol en el cual nos quedó a contraluz, por lo que sólo se veía su silueta.
Minutos más tarde llegó Edna, quien continúa con este proyecto familiar siendo ella la tercera generación. Su abuelo era un fanático de los Quetzales y comenzó a sembrar árboles de cuyos frutos se alimenta, logrando que algunos de ellos siempre anden revoloteando por allí.

Todo despeinado!


Nosotros estábamos estáticos intentando sacar alguna foto, hasta que se cambió a otra rama y minutos más tarde cruzó la ruta y se fue… para no volver!
Al rato llegaron unos periodistas que querían ver al ave y entrevistar a Edna para un programa de televisión. Creo que pasó lo mismo que le había pasado a Juan, el uruguayo.

Edna nos contó que los Quetzales que andan por allí siempre son los mismos: un macho, una hembra y hace un tiempo estaban los pichones. A pesar de ser tímidos, todos han nacido y vivido cerca de la ruta, por eso están acostumbrados al ruido de los autos.
Nos mostró una pluma que habían encontrado en el bosque y nos contó que según unos estudios, ésta puede tomar hasta 5 mil tonalidades diferentes según como le de la luz. Era algo maravilloso!

Pluma de Quetzal
También supimos que no solo se los puede ver al amanecer y al atardecer, sino que muchas veces están durante el día, incluso cuando hay sol. Pero esto lo hacen solo cuando no hay extraños. Es como que los Quetzales ya saben quiénes son los que viven allí y tienen más confianza. Cuando hay muchos visitantes suelen no aparecer, por eso les conviene y al mismo tiempo no les conviene que el lugar se haga muy reconocido por haber altas probabilidades de ver al Quetzal.

Habrán sido 5 minutos pero lo vimos, fuimos muy afortunados, y por eso nos ganamos el derecho de poner nuestra firma en el mural YO LO VI, que habían inaugurado una semana atrás.




Y ahora un Bonus, porque no podemos dejar de contarles la historia del primo hermano del Quetzal: El Trogón.

En Cobán nos recibió Panchete y su familia, gente maravillosa y fanática de los VW. Ellos nos permitieron quedarnos en Orquigonia, una reserva que inició con el abuelo de Panchete en la que se protege a las orquídeas.

La Kangooneta en Orquigonia


No es época de orquídeas y aquí se ven los bulbos esperando...
Todas las mañanas, al amanecer, el Trogón se posa en la misma rama. Y un día pudimos admirarlo de cerca y sacarle esta foto! Ciertamente, nos salió mucho mejor que la del Quetzal y de haber visto solo al Trogón, ya hubiéramos sido felices.


El Trogón nos mira...

3 comentarios:

  1. Gracias por compartir con el mundo su experiencia en la tierra de la Monja Blanca y del Quetzal... un abrazo

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    Respuestas
    1. Gracias Panchete por tanto!!! Esto no hubiera sido posible sin tu ayuda y la de tu familia. Gracias, gracias y mil gracias! Muchas felicidades en este nuevo año!

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  2. Hola! Chistoso leer lo que hice yo mismo hace 8 años para ver al Quetzal: llegar hasta el Biotopo; pasar la noche en Ranchitos y levantarme a las 4.30 para ver al Quetzal. De hecho, sus fotos y las mías se parecen. Tuve suerte y vi dos o tres Quetzales pero por la luz tan temprana y oscura solo se ve la silueta y la gente no me creyó nunca. Graxias por compartir y mis mejores deseos en este largo viaje! Hoy los escuché en la radio. Daniel Barreto, México.

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