jueves, 8 de enero de 2015

Campeche: festejos y casi Navidad

Los días anteriores a la Navidad estuvimos en Campeche, ciudad colonial de la península de Yucatán, y aunque no nos quedamos para el festejo, la recorrimos y nos empapamos de costumbres navideñas y de festejos para esta época.

Rodeados de piñatas navideñas

Además, Campeche estaba celebrando que hace 18 años fue nombrada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y había eventos especiales por todos lados.
Esta ciudad tiene un hermoso malecón desde el que se ven prefectos atardeceres en el agua. Se trata del Golfo de México y aunque en el centro de la ciudad no se puede meter al agua, sí lo puedes hacer alejándote unos kilómetros. Allí el color del mar cambia y vuelve a ser celeste como el cielo.

Atardecer en el malecón



Campeche es Patrimonio de la Humanidad por UNESCO
A pesar de que estamos en invierno en el hemisferio norte, los días son muy calientes en Yucatán (30° en invierno – 40° en verano!).  La primera noche la pasamos en una gasolinera. Estaba ubicada en el malecón, bastante céntrica, y lo que nunca imaginamos fue que cerrara por la noche. Nos dormimos muy tranquilos tempranito, pero al despertar a las 4 am nos dimos cuenta de que las luces estaban apagadas! A no desesperarnos dijimos, total faltaban menos de dos horas para que amanezca, vimos que un patrullero pasaba bastante seguido y nos volvimos a dormir. Como hacía mucho calor durante el día y no queríamos perdernos los festejos, decidimos refugiarnos en un camping cerca de la ciudad. También queríamos aprovechar para vender nuestros libros, ya que nos aseguraron que el fin de semana iba a haber mucha gente paseando por el malecón.

Apenas llegamos al camping, nos presentaron a Anita Coleman, la dueña desde hace 54 años. Anita tiene 94 y le encanta conocer a los viajeros y compartir sus historias. Nos contó que su esposo era un Estadounidense que no había tenido éxito en sus matrimonios y había leído por algún lado que las mexicanas eran buenas esposas. Era un excombatiente de la Segunda Guerra Mundial que viajó a México, conoció a Anita y un mes después se casaron, así de increíble. Había mucho dinero en Estados Unidos y Cancún estaba empezando a ser un centro turístico muy visitado. Todos tenían sus casas rodantes y por esto decidieron inaugurar un “Trailer Park”, un camping para 28 motorhomes.


También compartimos el almuerzo con Freddy, Doña Petrona y el hermano de Anita, que al instante nos hicieron sentir en familia. Doña Petrona es una gran cocinera y con la ayuda de toda la familia tienen un restaurant (imaginen los de la costanera en Buenos Aires) cerca del Parque “Novia del Mar”, a 100 metros del malecón, donde sirven la mejor sopa de lima de la ciudad! Tal vez pueda parecer exagerado por ser la primera vez que la probamos, pero no es chiste. Es la verdadera Doña Petrona mexicana, así como en Argentina tenemos la nuestra, ella es famosa, sale en televisión y ha ganado concursos por montones.





Doña Petrona tiene la mejor ayudante del mundo, su sobrina Mía, una genia total, que cuando te explica como hace las empanadas dice “lo apachurro, lo apachurro” de una manera que te morís, además de ser una gran cuentacuentos con solo 5 años.


Y nos invitaron con un típico plato navideño: Pavo en relleno blanco, especial Yucateco.


Se trata de un pavo mechado, en una salsa llamada Kool, que puede ser hecha con harina o con papa (tiene la textura similar a la vitina), acompañado con una salsa de tomate muy suave, cebolla morada rallada curtida con jugo de limón. Nos sorprendió que todos los sabores mezclados en ese plato eran muy suaves, a diferencia de lo que todo el mundo piensa del picante en la comida mexicana. Estamos aprendiendo que el picante lo agrega cada uno en la medida que le gusta. Hay algunos que pican más y otros menos. En Yucatán está el más picante de todos, el chile habanero, que es intolerante para personas de otros estados del país.

Saliendo del tema de la comida, porque sino parece que somos dos gordos que solo nos gusta comer, queremos contarles de nuestra visita a la FERIA DE LAS PIÑATAS.

Cuantas veces viste en alguna película mexicana o en El Chavo del Ocho que rompen una piñata con un palo y los ojos vendados? Alguna vez supiste por qué lo hacen de esa manera?


Todo tiene un significado que nunca hubiéramos imaginado.

Las piñatas representan al mundo con sus engaños y vanidades, pero las piñatas típicas navideñas además tienen 7 puntas, que representan los 7 pecados capitales.

Taparse los ojos para romperlas simboliza la fe ciega.

El palo con que se rompe la piñata representa la fuerza de la virtud

Los dulces y frutas que caen representan la verdad.

Cuando se rompe la piñata es el rompimiento del pecado y la seducción del mundo.

Nos encantó ver como hacen las piñatas a mano, con paciencia y dedicación, combinando colores y diseños con creatividad. Y pensar que unos días después van a terminar destrozadas en la basura. Supongo que cada uno tiene su misión en la vida, y las piñatas no pueden escapar de la suya.






Lo que le siguió a eso fue un espectáculo único que pudimos presenciar. 
Una mega proyección sobre la biblioteca de la ciudad, frente la plaza principal. Usaron 8 proyectores para cubrir los 100mts de frente que tiene este edificio. Todo el mundo estaba citado a las 8 de la noche, era el estreno, la plaza estaba llena de gente y había sillas para que todos pudiéramos disfrutarlo sentados. A las 8 y 2 minutos, se apagaron todas las luces de la plaza, se bajaron automáticamente las pantallas blancas que se habían colocado sobre los arcos de la biblioteca y se hizo un silencio hermoso. Todas las miradas estaban puestas en un solo lugar. Después de eso nos dejamos llevar y disfrutamos con todos los sentidos. 
Ante nosotros se mostraba un video animado como nunca habíamos visto, contando en imágenes más de 500 años de historia, con un sonido envolvente de altísima calidad. Se nos hace muy difícil transmitir las sensaciones que eso nos provocó, pero fue algo realmente impresionante. Cuando terminó, la gente no paraba de aplaudir y todos nos quedamos mirando al frente como pidiendo más, todos queríamos más. No podemos dejar de sacarnos el sombrero ante semejante espectáculo.







Finalmente no pudimos vender ni un solo libro. La ciudad tenía tantas propuestas de espectáculos, recitales, música y hasta pista de patinaje sobre hielo, que la gente estaba desparramada por todos lados, por lo que no tuvimos suerte con eso. Pero no importó.

Conocimos otra Campeche, una distinta a la de casitas colores pasteles, a la de las murallas. Aprendimos sobre nuevas tradiciones y compartimos momentos con gente hermosa que nos invitó a sentarse a su mesa y disfrutar de deliciosos manjares. Nos fuimos felices, con la panza llena y el corazón contento!


Placa de carros del Estado de Campeche



Campeche y sus murallas
Qué hora es? Hora de viajar!






Uno de los tantos murales de Campeche




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