[Alaska II] Sargarittukuurgunga, un viaje por una tierra de inmensos horizontes.

Esta es la segunda parte de nuestro Sargarittukuurgunga por Alaska.

En la primera parte te contamos que “Sargarittukuurgunga”, es una palabra en Inuit (lenguaje de las comunidades que habitan el Ártico, que viven en las tundras del norte de Canadá, Alaska y Groenlandia, más conocidos como esquimales), tan antigua como su cultura (que tiene más de 10 mil años), que sugiere viajes por una tierra de inmensos horizontes. 

Último día en Alaska después de ver las auroras boreales!

Para ver la primera parte del recorrido, visitá:  Alaska 1º parte

Sterling

Continuando por la península de Kenai, este es el único pueblo medianamente grande que hay entre Anchorage y Homer, donde se acaba la tierra para dar paso al mar. Hay negocios y no mucho para ver, pero si vas a estar acampando unos días por el medio de la nada, puede ser una buena opción para comprar provisiones.

Nosotros teníamos que hacer algo muy importante allí: Hace poco más de un año, cuando estuvimos en Panamá, conocimos a Garth, que vive en Alaska. Y nuestra misión era visitarlo. El nos había dicho que éramos “Verdaderos Alaskeños” y sentimos que no podíamos estar ahí y no verlo. 

No queremos generalizar, pero las personas que viven algún tiempo en Alaska se vuelven medio salvajes, siendo bastante improbable que vuelvan a vivir a los “48 de abajo” (En inglés “lower 48” es la expresión que usan para referirse a los 48 estados de Estados Unidos que están debajo), simplemente porque se acostumbran a hacer lo que se les da la regalada gana, y les sería muy difícil volver a adaptarse al país de las reglas. La larga duración del invierno y su oscuridad hace que muchas personas se depriman y mucho. La historia de Garth es complicada, y tampoco estoy segura de haberla entendido en un 100% porque su manera de hablar es muy rápida y difícil de entender, y tampoco viene al caso, pero de lo que estamos seguros es que vernos le hizo bien. No podía creer que hubiéramos llegado hasta ahí, y con “ese autito”. Estaba tan contento que nos organizó un paseo en bote con sus amigos para ver si encontrábamos osos o alces, nos preparó la cena, nos regaló salmón ahumado que tenía en el freezer (que rebalsaba de pescado que guarda para el invierno), y hasta nos consiguió una patente de Alaska!

Con Garth! 

Días después de encontrarnos con él, nos escribió un mensaje diciendo que vernos había sido para él como un despertador, que le había demostrado que la perseverancia tiene su recompensa y que cualquier cosa es posible.

Ninilchik

En este pequeño pueblito costero, la mayor atracción es una iglesia ortodoxa rusa y el cementerio ruso. Pensabas que tenías que ir a Rusia para ver una? Pues no, con ir a Alaska alcanza.

Homer

Llegamos a Homer con una lluvia horrible, buscamos un lugar en el camping más barato de Alaska (según nuestra experiencia): 8 dólares y muy bien ubicado cerca del centro. A la mañana siguiente amaneció increíblemente despejado y soleado.

Homer nos pareció uno de los pueblos más pintorescos de Alaska, aunque tal vez el clima hermoso que nos tocó tuvo algo que ver. Es famoso por el "Homer Spit", algo parecido a una península pero muy angosta, que se extiende por unos 7km en el mar, donde se ubica el Puerto de Homer. Tiene muchos negocios donde venden artesanías, y muchos kilómetros de playa para caminar o sentarse a mirar las montañas, con sus picos nevados y glaciares, aún en el verano.

Una nutria muy feliz!

Seward y Glaciar Exit

Seward fue el último lugar visitado en la Península de Kenai, al que llegamos decididos a invertir dinero en una excursión en barco, ya sea en catamarán o kayak. Cuantas veces íbamos a estar en Alaska? Pero antes hicimos una parada en el Glaciar Exit, donde hicimos algunas caminatas para mirarlo desde los mejores lugares. Me encantó el color celeste tan intenso que puede llegar a tener el hielo, y es triste ver cómo fue retrocediendo con el paso de los años…

A ver quién encuentra a las personas caminando por el glaciar? 

Para variar, al día siguiente, el día que queríamos hacer la excursión, amaneció nublado otra vez. El pronóstico decía que iba a llover, y una vez más no se equivocó. Averiguamos las opciones y la verdad es que con ese clima, no tenía mucho sentido. Aun nos quedaba costa para recorrer en Alaska, y no nos desilusionamos, aún tendríamos chances.

Anchorage y las auroras boreales!

De regreso en Anchorage, nos pusimos en contacto con Juan y Bea y fuimos tan afortunados de poder ver el espectáculo de las auroras boreales 2 noches seguidas!!! Pueden leer la historia y ver el video de las auroras boreales haciendo click aquí

Valle de Matanuska

Al Salir de Anchorage, comenzamos a recorrer el valle de Matanuska, donde el Glaciar Matanuska es la gran estrella. Es uno de los pocos que se puede ver tan directamente desde un mirador en la ruta.

Pero lo que más nos sorprendió fue descubrir que estábamos rodeados de los colores del otoño. El verde tan predominante que nos había acompañado desde que entramos a Canadá estaba desapareciendo, dando lugar a los amarillos, ocres, naranjas, rojos y marrones. Fue para nosotros un alerta, esa señal que nos decía que el verano no iba a durar mucho más, y que tal vez, como las aves, ya era tiempo de empezar a migrar hacia el sur.

Volvieron las nubes y la lluvia, y decidimos no ir a Valdez, el último pueblo costero que nos quedaba por visitar. Ver las auroras boreales había sido un gran regalo de la naturaleza, un gran regalo de Alaska, y sentíamos que ya no podíamos pedirle más.

Últimos kilómetros en Alaska...

Alaska, la última frontera?

Con la alegría del deber cumplido y el corazón que no nos entraba en el pecho gracias a  tantos mensajes de amor de tanta gente, dejamos Alaska, que, como nos dijo un gran amigo, “hoy es el nombre ocasional que tomó un objetivo concreto y realizado... mañana será Kamchatka o Ciudad del Cabo... quién sabe, no?”

Para nosotros es muy difícil resumir el viaje en palabras, pero en 4 minutos te mostramos las imágenes más lindas y los momentos más hermosos que vivimos!