Algo nos habían comentado, pero no quisimos escuchar. La
temporada de playa en Ecuador es de diciembre a marzo, como en Argentina. El
resto del año pasa casi siempre nublado, a veces garúa, muy de vez en cuando el
sol se asoma un ratito como para que no te olvides de él, pero sorprendentemente
no hace frío, el único beneficio de estar en la mitad del mundo.
Ayampe, una de las playas que más nos gustó, pero no paraba de lloviznar. |
El primer día que llegamos a la costa, dormimos en
Monteverde, entre Salinas y Montañita. Nos hicimos los locos y salimos de
Cuenca al mediodía. Sabíamos que teníamos un largo viaje, que íbamos a pasar de
largo Guayaquil (que hubiera sido imposible sin la ayuda de una señora que nos
indicó como esquivar el centro), y llegar a la costa. No teníamos idea donde
íbamos a dormir y estaba anocheciendo, una de las cosas mas feas que pueden
pasar cuando viajamos.
Camino de Guayaquil a la Costa. Creemos que eran palos borrachos y se veían hermosos por la ruta. |
Nos dimos una vueltita por Buenos Aires antes de llegar a la playa. |
La ruta va bordeando el mar, y en una de esas, vemos un
motor home a un costado, en un sector que era como para estacionar (lo
escribimos así aunque ya nos acostumbramos a decir “parquear”). Pensamos que
era una buena opción pasar la noche allí, así que nos acercamos a saludar. Era
una pareja de jubilados norteamericanos con su perro llamado Winston Churchill.
Cada loco con su tema.
Charlamos un rato y nos fuimos a dormir, esperando amanecer
con el sol y empezar a disfrutar de la playa.
Hermosa playa para caminar. |
En Machalilla las aves se desesperan por conseguir algo de pescado. Sálvese quien pueda! |
Seguimos viaje hacia Montañita como primera parada.
Estábamos ansiosos por ver de que se trataba ese lugar del que todo el mundo
habla. Dimos una vuelta por sus callecitas abarrotadas de restaurantes y
artesanos y caminamos un poco por la playa. Nos dimos cuenta de que nos gustan
los lugares más tranquilos, sin tanta gente y por eso avanzamos hasta Olón, la
siguiente playa.
Seguía nublado, y ya nos empezaba a gustar, porque no es tan
agotador como cuando el sol pega fuerte.
En Olón compartimos dos días con un grupo de uruguayos viajando
en Kombi y con 2 hermanos chilenos. Todos ellos ya se conocían y cuando estaba
atardeciendo nos invitaron a participar de una ceremonia que suelen realizar.
Hicimos una fogata y con un cigarrillo armado con tabaco en una chala de
choclo, cada uno tenía que ir diciendo en voz alta cosas por las que estaba
agradecido y por las que quería pedir. Fue mágico y muy emocionante, porque
casi sin conocernos, dejamos salir nuestros sentimientos y compartirlos con
otros. Y nos dimos cuenta de que a todos nos pasan cosas similares, que tenemos
las mismas inquietudes y miedos.
Y otra vez tocó
despedirnos, continuando siempre con rumbo al norte, hasta Ayampe, la playa
favorita de los surfers. Como no podía ser de otra manera, tiene muchas olas,
piedras y una isla en frente que le da un toque especial.
Estos locos están en el agua desde el amanecer, y por lo que
nos contaron, prefieren que no haya sol porque es menos agotador.
Ayampe y su característica isla al frente. Ideal para sacar fotos del atardecer (cuando hay sol claro) |
Ahí cambiamos las nubes por lluvia. Un ratito está lindo
porque a pesar de estar nublado, puede estar medio pesado el clima. Pero
después de dos días lloviendo, no quisimos más. Hicimos caso a las
recomendaciones, que decían que más al norte el clima mejora, y nos fuimos
hasta Canoa, otra playa elegida por surfers, aunque tiene solo épocas de buenas
olas.
Ya en Canoa, aprovechando que salió el sol. |
El clima no mejoró hasta el día que nos teníamos que ir, por
lo que postergamos un día la partida, para no desperdiciar el único día de
playa en una semana.
Esos días los compartimos con Henry y Anna, una pareja de
australianos que querían instalarse en Canoa para vivir con sus hijas, pero al
descubrir que solo hay cuatro meses de sol al año, lo están repensando.
Tarde de lectura, aprovechando la tranquilidad del lugar. |
Con Henry, Anna, Tallara y Jalani. Esas nenas nos volvían locos! ja |
Dicen que la gente que vive allí soporta el clima nublado,
porque cuando hay sol y el clima está bueno, es demasiado bueno y vale la pena
el sacrificio.
Nosotros, tendremos que comprobarlo en otra ocasión.
Genios!! Que tipos sacrificados jaj
ResponderEliminarMuy buenas las fotos!!
Esta semana empiezo a repartir los calendarios!
patriciaguini@gmail.com