domingo, 22 de diciembre de 2013

La ruta del sol, sin sol


Algo nos habían comentado, pero no quisimos escuchar. La temporada de playa en Ecuador es de diciembre a marzo, como en Argentina. El resto del año pasa casi siempre nublado, a veces garúa, muy de vez en cuando el sol se asoma un ratito como para que no te olvides de él, pero sorprendentemente no hace frío, el único beneficio de estar en la mitad del mundo.

Ayampe, una de las playas que más nos gustó, pero no paraba de lloviznar.

El primer día que llegamos a la costa, dormimos en Monteverde, entre Salinas y Montañita. Nos hicimos los locos y salimos de Cuenca al mediodía. Sabíamos que teníamos un largo viaje, que íbamos a pasar de largo Guayaquil (que hubiera sido imposible sin la ayuda de una señora que nos indicó como esquivar el centro), y llegar a la costa. No teníamos idea donde íbamos a dormir y estaba anocheciendo, una de las cosas mas feas que pueden pasar cuando viajamos.

Camino de Guayaquil a la Costa. Creemos que eran palos borrachos y se veían hermosos por la ruta.
Nos dimos una vueltita por Buenos Aires antes de llegar a la playa.
La ruta va bordeando el mar, y en una de esas, vemos un motor home a un costado, en un sector que era como para estacionar (lo escribimos así aunque ya nos acostumbramos a decir “parquear”). Pensamos que era una buena opción pasar la noche allí, así que nos acercamos a saludar. Era una pareja de jubilados norteamericanos con su perro llamado Winston Churchill. Cada loco con su tema.
Charlamos un rato y nos fuimos a dormir, esperando amanecer con el sol y empezar a disfrutar de la playa.

Hermosa playa para caminar.
En Machalilla las aves se desesperan por conseguir algo de pescado. Sálvese quien pueda!
Pero, al día siguiente el sol no salió y pensamos que después iba a mejorar. Al menos eso nos dijo un pescador con el que estuvimos conversando temprano en la mañana.
Seguimos viaje hacia Montañita como primera parada. Estábamos ansiosos por ver de que se trataba ese lugar del que todo el mundo habla. Dimos una vuelta por sus callecitas abarrotadas de restaurantes y artesanos y caminamos un poco por la playa. Nos dimos cuenta de que nos gustan los lugares más tranquilos, sin tanta gente y por eso avanzamos hasta Olón, la siguiente playa.
 
Acampando con uruguayos y chilenos. Buena onda!


Seguía nublado, y ya nos empezaba a gustar, porque no es tan agotador como cuando el sol pega fuerte.
En Olón compartimos dos días con un grupo de uruguayos viajando en Kombi y con 2 hermanos chilenos. Todos ellos ya se conocían y cuando estaba atardeciendo nos invitaron a participar de una ceremonia que suelen realizar. Hicimos una fogata y con un cigarrillo armado con tabaco en una chala de choclo, cada uno tenía que ir diciendo en voz alta cosas por las que estaba agradecido y por las que quería pedir. Fue mágico y muy emocionante, porque casi sin conocernos, dejamos salir nuestros sentimientos y compartirlos con otros. Y nos dimos cuenta de que a todos nos pasan cosas similares, que tenemos las mismas inquietudes y miedos.






 Y otra vez tocó despedirnos, continuando siempre con rumbo al norte, hasta Ayampe, la playa favorita de los surfers. Como no podía ser de otra manera, tiene muchas olas, piedras y una isla en frente que le da un toque especial.
Estos locos están en el agua desde el amanecer, y por lo que nos contaron, prefieren que no haya sol porque es menos agotador.

Ayampe y su característica isla al frente. Ideal para sacar fotos del atardecer (cuando hay sol claro)

  
Ahí cambiamos las nubes por lluvia. Un ratito está lindo porque a pesar de estar nublado, puede estar medio pesado el clima. Pero después de dos días lloviendo, no quisimos más. Hicimos caso a las recomendaciones, que decían que más al norte el clima mejora, y nos fuimos hasta Canoa, otra playa elegida por surfers, aunque tiene solo épocas de buenas olas.

Ya en Canoa, aprovechando que salió el sol.

El clima no mejoró hasta el día que nos teníamos que ir, por lo que postergamos un día la partida, para no desperdiciar el único día de playa en una semana.
Esos días los compartimos con Henry y Anna, una pareja de australianos que querían instalarse en Canoa para vivir con sus hijas, pero al descubrir que solo hay cuatro meses de sol al año, lo están repensando.

Tarde de lectura, aprovechando la tranquilidad del lugar.
Con Henry, Anna, Tallara y Jalani. Esas nenas nos volvían locos! ja
Dicen que la gente que vive allí soporta el clima nublado, porque cuando hay sol y el clima está bueno, es demasiado bueno y vale la pena el sacrificio.
Nosotros, tendremos que comprobarlo en otra ocasión.




1 comentario:

  1. Genios!! Que tipos sacrificados jaj
    Muy buenas las fotos!!

    Esta semana empiezo a repartir los calendarios!
    patriciaguini@gmail.com

    ResponderEliminar

Dejanos tus comentarios acá!

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...