Como les contamos en la primer entrega de “Tierra Paisa”, Colombia
no deja de sorprendernos por sus paisajes, sus pueblitos y sobretodo por su
gente.
Pero al llegar a Medellín sentimos que habíamos viajado a Francia!
Realmente increíble, pero cierto. Esas cosas locas que te pueden pasar
viajando.
Resulta que el Sr. Hugo Suarez de Cali nos había contactado
con el Museo del Transporte de Medellín, quienes nos habían invitado a la
“tertulia”, una reunión que hacen todos los miércoles con fanáticos de los
autos antiguos y de los viajes.
El Museo del
Transporte comparte el predio con el Museo El Castillo, un castillo estilo
francés donde vivía una de las familias más ricas de Medellín hace muchos años.
Resulta que el tipo estuvo estudiando en Francia, se enamoró de los castillos
del Valle del Loire, y se mandó a construir uno ahí. Hoy este lugar se conserva
como museo y mantiene unos jardines espectaculares en una de las mejores zonas
de la ciudad, siendo el hogar de aves, incluidos guacamayos, y ardillas.
El equipo de trabajo del Museo del Transporte nos trató
demasiado bien, tan bien que es difícil expresar palabras de agradecimiento que
alcancen, y conocimos allí a muchas personas que nos colaboraron con el tema
mecánico.
La Kangooneta estaba pidiendo una revisada y sabiendo que
Colombia es el paraíso de Renault, decidimos mimarla un poco y hacerle algunos
ajustes.
El Sr. Diego nos dio un lugar seguro para estacionar durante
el día y dormir por la noche en su estación de servicio, donde nos ofrecieron
ducha, café por la mañana y una ubicación privilegiada con una estación del Metro
en frente, además de balancear las ruedas y hacer lavar la Kangooneta sin
querer cobrarnos.
El Metro que mencionábamos antes, es una red de transporte
público, una mezcla de subte con tren que va por encima de la ciudad,
atravesándola de sur a norte permitiéndote tener las mejores vistas desde
arriba. Aunque parece que estuviera recién inaugurado, por lo limpio, prolijo y
nuevito que se ve todo, el Metro viene
funcionando hace más de 15 años. Cuando nos enteramos, no podíamos creerlo.
Además, la ciudad cuenta con el “Metro Cable”, un teleférico
como medio de transporte público, para que quienes viven en barrios populares
puedan tener mejor acceso a sus hogares y una mejor comunicación con la ciudad,
ya que Medellín está ubicada en un valle y estos barrios están trepando las
montañas.
El recorrido del Metro Cable termina en el Parque Arví, una
reserva natural con bosques, una laguna y ruinas indígenas, donde te ofrecen
una caminada guiada para una mejor interpretación del lugar. Como buenos
colgados que somos, no consideramos que íbamos a subir en altura y que iba a
hacer más frío, por lo que no llevamos abrigo ni impermeable. Si hubiéramos
llevado paraguas seguro que no llovía, pero como no fue así, a los 10 minutos
de empezar la caminata empezaron a caer unos gotones del cielo hasta
convertirse en una lluvia torrencial, por lo que decidimos volver.
Fuimos al Museo de Antioquia y al Parque Botero, para
apreciar las pinturas y esculturas de este artista nacido en Medellín.
Pablo Escobar muriendo |
Los nuevos gorditos |
Para terminar el día, después de tanta caminata, nos dábamos
una vuelta por el Parque de los pies descalzos, un parque con un recorrido con
distintas texturas para relajarse caminando descalzo por piedras en un bosque
de bambú o guadua, luego por pastito, después por arena y terminando en el
agua.
El fin de semana decidimos visitar Guatapé, un pueblito que
se llena de gente los fines de semana. Es un pueblo a orillas de un embalse,
que se caracteriza por los zócalos de las casas, que siempre tienen que ver con
el lugar. Las verdulerías tienen diseños de frutas y verduras, los bares tienen
diseños de mesitas con gente tomando café y jugando billar, el que tiene una
motochiva (mototaxi) tiene la misma pintada en la puerta de su casa, y así te
podés encontrar con los más variados diseños. Otro de los atractivos de este
lugar es la Piedra el Peñol, una piedrotota gigantesca desde la cual se pueden
tener vistas increíbles del embalse. Pero como para estas cosas siempre cobran
y bastante, nos conformamos con mirarla desde abajo y criticar esas letras que
les pintaron. Nos contaron que esta piedra se la disputaban Guatapé y El Peñon,
dos poblaciones cercanas, hasta que un día los de Guatapé empezaron a
escribirlo en la piedra y cuando el municipio los descubrió tuvieron que
interrumpir la pintada. Lo malo es que lo dejaron así y se ve muy feo.
Allí conocimos a Paula y a Caliche, una pareja de Río Negro,
cerquita de Medellín, que se super emocionaron con nuestro viaje y nos
invitaron a su casa para compartir con ellos historias y experiencias, ya que
tienen pensado viajar hasta Argentina con los hijos de Paula, Fede y Gero.
Compartimos unos días con ellos y con Diana, hermana de
Paula, y su familia. Disfrutamos del
calor de un hogar, aprovechamos para actualizarnos con la página, lavamos ropa
(importantísimo) y nos bañamos con agua calentita!
Plantaciones de hortensias con Paula |
Ellos nos pasaron un dato buenísimo para poder ir a vender
los últimos calendarios que nos quedaban. En San Antonio, muy cerca de su casa,
los fines de semana se llena de gente que va a comer postres típicos alrededor
de la plaza. Así que ahí nos fuimos, bien temprano, para tener una buena
ubicación. Al principio no había mucha gente y nadie nos prestaba atención. Ya
estábamos pensando que el día iba a ser un fracaso, hasta que alrededor de las
3 de la tarde el lugar se llenó de gente, que hacía cola para comprar postres,
y no paramos de hablar ni un segundo. Nos fue muy bien y hasta conocimos a
otros viajeros. Paula y Caliche fueron a la tarde y estuvieron un rato ahí con
nosotros.
Lo más loco que nos pasó fue que cuando estaba atardeciendo
se acerca un guardia de tránsito a decirnos que no podíamos estar ahí vendiendo
y que iba a ir a llamar al supervisor. Caliche se adelantó y fue a contarle al
supervisor que en realidad no estábamos vendiendo nada, sino que estábamos
convidando mate y recibiendo colaboraciones voluntarias. El supervisor no le
creyó, por lo que Gaby volvió a contarle lo mismo. Le convidamos mate y no solo
nos permitió seguirnos quedando ahí, sino que nos dio plata. Esas cosas
increíbles que te pueden pasar en Colombia.
Y así, maravillados con la generosidad de gente desconocida
que nos ayudó siempre e increíblemente agradecidos con la familia de Paula por
esos días compartidos, tuvimos que despedirnos una vez mas para viajar camino a
Cartagena, donde recibiríamos la visita de los padres de Gaby después de casi 8
meses de viaje.
"Cuando pasa un silletero, es Antioquia la que pasa", imágen típica de la feria de las flores de Medellín. |
Gracias Colombia por tanto! |
Me gusta mucho todas las fotos, parebens por el trabajo!
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