Hace algún tiempo leí un libro llamado “El país de las
Mariposas” de Nerea Riesco, que contaba la historia de una chica española allá por el 1500 que
viajaba al ”nuevo mundo” para casarse con el hijo del Virrey. Cuando se baja
del barco se encuentra en la Península de Yucatán, y describe tantas cosas de
México que algo me dijo que tenía que guardarlo y volver a leerlo en este país.
Uno de los lugares de los cuales se habla en el libro es
Izamal, que queda cerca de Mérida, y aunque hay que desviarse un poco, nos ganó
la curiosidad y allí fuimos. Pero en lugar de contarles lo que vimos, elegimos
compartir algunos fragmentos del libro.
“La lluvia tuvo compasión de ellos y les dio una tregua poco antes de su llegada a Izamal. (…) Aún quedaba una legua de distancia pero la espadaña del convento que fray Diego de Landa había hecho construir en honor a San Antonio de Padua podía vislumbrarse con claridad. (…) El convento se asentaba sobre una plataforma natural que los sacerdotes mayas habían usado en tiempos pasados para cimentar un templo por las características excepcionales de la zona. La propia plataforma superaba el nivel de los techos de las construcciones vecinas, por lo que la vista desde el edificio no tenía parangón. Para construir el convento se tuvo que destruir gran parte del edificio maya, y lo que siglos y las inclemencias del tiempo no habían conseguido derribar, lo lograron los españoles en pocos meses. Los restos de las piedras del templo se utilizaron para la nueva edificación y en ocasiones, si uno se acercaba lo suficiente a las paredes del convento, las piedras gritaban su procedencia prehispánica”
“Cuando llegaron al convento pudieron apreciar con más
claridad su grandeza. El patio era mayor que cualquier otro de los que
existieran en Castilla, y seguramente de los que pudieran existir en cualquier
lugar del mundo cristiano. (…) Parecía más una fortaleza a prueba de invasiones
que la humilde casa del Señor que se erigió de esa manera para impresionar a
los indios.”
“- Los Caxtiltecas pueden destruir nuestras pirámides,
nuestros templos, nuestros ídolos o nuestros códices, pero jamás podrán
devastar nuestra memoria – le decía su abuela con énfasis-. Somos libres en
nuestra mente, eso no nos lo pueden quitar. Para lograrlo tendrían que matarnos
a todos.”
En muchos lugares se
habla de las ciudades blancas, como Sucre en Bolivia o Popayán en Colombia, pero a Izamal se la conoce
como la Ciudad Amarilla.
Hasta los camiones son amarillos en Izamal... |
“Todo el convento estaba pintado de amarillo, como el resto
del pueblo, y en sus esquinas, bajo unos soportales, había cuatro capillas
unidas por setenta y cinco arcos de medio punto”
Si hoy en día este convento se ve gigante e imponente, no
podemos imaginar lo que debe haber sido hace 500 años. Por suerte, una pirámide
maya muy cerca del convento quedó intacta y aún se puede visitar.
“La pirámide de Kinich Kakmo es el edificio más alto del
Yucatán y, según me dijeron, su nombre en lengua maya venía a ser algo así como
<<Guacamaya de fuego, rostro solar >>, porque los habitantes de
este lugar antes le rendían culto al sol. Los mayas lo consideraban fuente de
la vida y le ofrendaban flores, frutos, animales y plantas aromáticas; creían
que había armonías entre todos los seres vivos y las flores y las montañas y
las nubes y la luna… y ellos mismos se consideraban parte de un todo con la
naturaleza”
“(…) Pronto pudieron verla asomándose dignamente por el
horizonte para darles la bienvenida a su mundo anclado en el pasado. – Tiene ocho
siglos de antigüedad y veinte gradas de más de cien pies de largo -. Cerca de
aquí, en Chichén Itzá, existe otra construcción con trescientos sesenta y cinco
escalones, uno para cada día del año. Proyecta una sombra única que anuncia el solsticio
de primavera. Las pirámides eran gigantescos calendarios para los antiguos
mayas.”
El personaje más importante relacionado con la historia de
Izamal es Fray Diego de Landa, un franciscano que al principio hizo las cosas “bien”,
pero después de algunos episodios se volvió loco y arruinó todo.
Fray Diego era un defensor de los indígenas, y tenía problemas con los terratenientes que los consideraban como sus esclavos. A pesar de que los indígenas debían trabajar para los encomenderos, debían respetar el tiempo de educación católica, cosa que no querían hacer.
Fray Diego era un defensor de los indígenas, y tenía problemas con los terratenientes que los consideraban como sus esclavos. A pesar de que los indígenas debían trabajar para los encomenderos, debían respetar el tiempo de educación católica, cosa que no querían hacer.
“No los veían más humanos que cualquier animal doméstico que
se hallara a su servicio, por lo que tampoco consideraban que fuese importante
que recibieran educación católica. Fray Diego se quejó en repetidas ocasiones
de que los españoles obligaban a los indios a realizar todo tipo de servicios
personales y de que hasta eran alquilados para llevar cargas, contraviniendo
las órdenes del rey. Culpó a los encomenderos de mala cristianidad, de desacato
y de ignorancia supina por no darse cuenta de que los habitantes de las tierras
conquistadas disponían de la misma capacidad intelectual que los españoles, y
de que por tanto era necesario que su adoctrinamiento religioso fuese el
adecuado”.
“Poco a poco había construido el convento más grande que se
conocía en el Nuevo Mundo, poco a poco había logrado llegar al corazón de los
habitantes de Izamal, poco a poco estaba reuniendo cientos de códices mayas con
la mayor cantidad de información que sobre esa cultura se conocía (…)”
Uno de sus objetivos era lograr traducir la mayor cantidad
posible de códices mayas para que la cultura no se perdiera y lo estaba
logrando muy bien.
“Fray Diego de Landa dice que por culpa del paso del tiempo
y de la humedad ambiental se están deteriorando, y los reproducen por mandato
suyo para que no se pierdan.”
“Con finos pinceles y gesto sereno, los hombres marcaban la
historia de sus vidas antes y después de la llegada de los conquistadores, para
conservar por siempre ese recuerdo en la memoria de las siguientes
generaciones. Fray Diego, les proporcionaba la oportunidad de sobrevivir al
olvido. Gran parte de la cultura maya había desaparecido por una u otra causa y
nadie excepto fray Diego de Landa parecía interesado en conservar, al menos, lo
que aún quedaba del pasado de aquella civilización. Era una ocasión única para que
sus recuerdos perdurasen y los pocos indios ilustrados que conservaban en su
memoria el pasado se involucraron en el
proyecto de Landa con auténtica pasión.”
Y acá viene el principio del fin…
“Según contaban, De Landa había perdido la cordura y se
comportaba de una manera totalmente contraria a su actitud beatífica de antaño.
Semanas antes descubrieron que unos indígenas habían crucificado a un niño en
un ritual extraño, mezcla de antiguo sacrificio y crucifixión romana."
“De Landa consiguió que la crucifixión del niño quedara
impune, pero a partir de ese momento empezó a caminar con pies de plomo.” “No
podía ser que todos sus esfuerzos denodados, sus rezos apasionados y sus
vehementes discursos cayeran en saco roto. No podía creerlo porque recordaba a
la perfección las caras de cada uno de sus feligreses, sus gestos serenos y
convencidos dejándose bautizar, (…). No era posible que apostataran en secreto;
él confiaba en ellos. La semilla de la duda le mordía las entrañas y organizó
un viaje relámpago a Maní para ver con sus propios ojos (…). El gesto de fray
Diego cambió cuando puso los pies en aquel lugar. Salió tambaleante, dando
cambaladas de ebrio, y vomitó a la entrada de la caverna, más por nerviosismo
que por repugnancia."
“Son unos salvajes, no hacen caso de nada… con todo lo que
he hecho por ellos. En lugar de avanzar estamos retrocediendo, quedaré en
ridículo. “
“Se acercaron pues a una de las casas, y De Landa acercó su
oreja a la cortina que cubría la puerta. Dentro no hablaban en castellano,
parecía más bien que las palabras siguieran un melódico ritmo, casi como una
poesía.” “Todo el sacrificio se ofrecía a un dios con aspecto de pocos amigos
que pendía de la pared, acompañado a su derecha por la imagen de Jesucristo
crucificado.”
“ – Salvajes! Idólatras! Herejes! – Apagó el brasero a base
de patadas mientras los indios se arrinconaban asustados en el fondo de la
estancia.”
“Al parecer, el odio que sentía por dentro creció tanto que
sacó fuerzas de flaqueza para visitar una a una las casas de todos los vecinos
esa misma tarde. Como un reguero de pólvora, los indios corrieron la voz de que
el francisano había enloquecido y los nativos se apresuraron a enterrar y
esconder cuanto pudiera disgustar a fray Diego”. “Deseó destruir la ciudad, masacrarla
con aquellas personas dentro (…)” “En esos momentos se consideró el máximo
representante de la cristianidad en el Nuevo Mundo y decidió que la solución
para aniquilar de raíz la semilla diabólica, arraigada en los corazones de
aquellas almas impías, era realizar un auto de fe* de la misma categoría de los
que se hacían en Castilla.”
“fray Diego había borrado de su rostro el gesto paternal del
que siempre hacía gala, para convertirse en un intolerante avasallador apenas
reconocible por sus adeptos.”
“Aquellos hombres estaban acostumbrados a lidiar con dioses
que exigían sus corazones e incluso los de sus hijos pequeños para que el mundo
siguiera como estaba. Fray Diego pensó que si él no castigaba de forma ejemplar
a los detenidos, el nuevo dios de los blancos pasaría de bueno a pusilánime en
un abrir y cerrar de ojos.” “Se sabía que los habitantes del Yucatán continuaban
manteniendo algunas de sus costumbres ancestrales. En ocasiones se creyó que
hasta el mismo Diego de Landa tenía conocimiento de ello, pero que prefería
hacer la vista gorda al comprender que no se pueden cambiar las conductas de un
pueblo de la noche a la mañana, por mucha aspersión de agua bendita y mucho
bautismo a diestro y siniestro que se llevase a cabo.
“Fue difícil para los
indios de Maní asimilar en qué consistía un auto de fe.” “Cuando ellos
realizaban sus sacrificios, los hombres y mujeres elegidos cumplían una
importante misión sirviendo a sus dioses, y el sacrificado lo consideraba un honor
y estaba convencido de que tendría su recompensa en el otro mundo. En el caso
del auto de fe que proponían los españoles, los hombres no eran elegidos, sino
acusados, y aquello no les comportaría ninguna satisfacción en el más allá y
menos aún en el más acá.”
“Los hombres juzgados caminaban en fila, con la cabeza baja
y las corozas medio torcidas, sumisos y opacados. Algunos habían logrado
escaparse. El escarmiento provocaba tal desprestigio que huyeron a la selva y
prefirieron ahorcarse antes que perder su dignidad y tener que confesar los
lugares en los que habían escondido las imágenes que consideraban sagradas. Así
los encontraron al cabo de los días, colgando de las ramas de los árboles, como
frutos podridos.”
“La penosa procesión llegó arrastrando los pasos hasta el
convento.” “Sus objetos sagrados estaban allí reunidos, formando un montículo
en el centro del atrio que superaba los dos metros de altura.” “De un saco de
esparto extrajo los códices que con tanto amor había estudiado a lo largo de
esos años, tomó sus anotaciones y dibujos y los lanzó a la montaña. Buscó con
avidez una antorcha y la acercó a la pila. La esencia de la cultura maya ardió
con una facilidad sorprendente.”
“(…) ante los ojos aterrorizados de los indios que
suplicaban clamando piedad, los recuerdos se convirtieron en cenizas. Las
leyendas, la ciencia, la literatura, los nombres de los antiguos monarcas y la
historia de su vida, las representaciones de los dioses, las figuras, los
instrumentos de los mayas… todo despareció bajo el poder purificador del fuego.”
“Los indios se quedaron allí, en silencio, velando toda la noche en señal de
duelo por la pérdida de su memoria. Al día siguiente, un montón negro y
humeante señalaba el lugar donde se consumía una cultura.”
Luego de todo esto, fray Diego de Landa pidió viajar a
España para explicarse ante el Rey por lo que había hecho. Intentaron juzgarlo
pero finalmente lo absolvieron, y luego de un tiempo volvió a México para ser
obispo de Yucatán.
Les pedimos disculpas si este relato se les hizo un poco
aburrido, pero nos gustó la idea de transcribir textualmente fragmentos del
libro para ejemplificar más fácilmente la ridiculez y lo absurdo de los episodios
que de verdad tuvieron lugar en estas tierras. Y si hay algo que hemos
aprendido, y que vemos aún en el sur de México y en Guatemala, es que la
cultura Maya no ha desaparecido, que está más viva que nunca, que han logrado
superar las dificultades, han mantenido su lengua, su vestimenta, sus costumbres,
y eso nos infunde un profundo respeto.
Gracias por tramportame, y compartir la cultura americana
ResponderEliminarHola Flor. Soy mamà. No me prestaste ese libro. Ahora tengo ganas de leerlo. ¿còmo hacemos?.
ResponderEliminarHermoso lo que cuentan. Saludos desde S.B.