martes, 26 de noviembre de 2013

Cuando el cuerpo habla por vos


Hoy escribe Flor.

A diferencia de lo que muchos pueden pensar, no siempre los viajeros estamos bien. Como cualquier ser humano tenemos nuestros días malos, esos en los que te levantás con el pie izquierdo y nada te sale bien. Y por suerte, en nuestro caso, cuando uno está mal el otro está bien y es un apoyo incondicional para que todo pase más rápido.
Pero también están esos días en los que comer cosas ricas y experimentar nuevos sabores hacen que nuestros cuerpos digan basta!


Por suerte, de los más de 140 días que llevamos de viaje, solo tuvimos 3 así.
Casualmente, en todos los casos estábamos en casas que nos hospedaban.
Ahora que lo pienso tal vez sea una reacción psicológica de que nos tiene que pasar así porque si nos sucediera en la Kangooneta sería muy incómodo, o una señal de que no queremos irnos de donde estamos, porque 2 de las 3 veces que nos sentimos mal, fue el día anterior al que teníamos que seguir viaje y hubo que postergar la partida, postergando también las despedidas, que son de lo más duro y triste del viaje.

La primera vez le tocó a Gaby en La Paz, Bolivia, en la casa de Maga y Klara. Cuando llegamos a esa ciudad teníamos idea de quedarnos 2 días y nos sentimos tan cómodos que nos terminamos quedando 2 semanas. Esos días hicimos tantas cosas y conocimos tanta gente linda, que después de 2 meses seguimos recordándolas como si fuera ayer. Entre ellas, fuimos a una muestra fotográfica “Viaje al corazón de Bolivia”, asistimos gratis a un concierto de música brasilera con caipirinhas y comida como broche de oro, viajamos juntos a Chulumani (para ver como la pasamos, hacé click acá), visitamos las ruinas de Tiwanaku e intentamos recorrer el Valle de las Animas pero nunca encontramos la entrada. Pero lo más lindo fue que todas esas cosas las hicimos con gente hermosa que nos puso adelante el camino, de nacionalidades variadas, y por eso, las vivimos con mayor intensidad.
En el Valle de las Animas con un hermoso grupo de gente!


En Loja, Ecuador, en la casa de Pablo y María, compartimos también dos semanas de convivencia. Esta vez con una familia completa en la que abundaron los almuerzos familiares, y lo más lindo, algo a lo que no estábamos acostumbrados, a convivir con niños: Carlitos, de 6 años, y Amelia de 6 meses. Carlitos nos descolocaba a todos con sus preguntas, como por ejemplo mientras tomaba la sopa te tiraba un: Y ustedes, porque son viajeros? Nos quedamos congelados mirándonos,  nunca nos imaginamos que una persona tan chiquita podía hacer esa pregunta. Y luego de contarle, nos dijo que cuando sea grande quiere ser viajero, porque quiere descubrir siempre cosas nuevas.

Loja, en la puerta de entrada de la ciudad
Carlitos, fanático del ceviche de camarón

Amelia, la guagua mas consentida

Festejando el cumpleaños de Toño, con Rubén y su familia
El día que nos teníamos que despedir de Cuenca, Ecuador, me tocó a mí sentirme mal. En esa hermosa ciudad también nos hicieron sentir como en casa.
El día que llegamos no sabíamos donde estacionar la Kangooneta para pasar la noche. El único dato que teníamos era el teléfono de Charlie, que nos lo pasó Toño, un amigo y gran persona que conocimos en Loja gracias a Tati y Javico.

Charlie nos consiguió un terreno a media hora de la ciudad para la primera noche. Al día siguiente nos presentó a su amiga Pao, una hermosa persona, que al rato de conocernos nos invitó a su casa! Allí conocimos a los chicos que viven con ella: Carlitos, Marga, Fer y José. Gente linda a la que le gusta viajar, con quienes nunca se acababan los temas de conversación.
Con Fer, José y el Mule en el fondo
Con Pao y Charlie, en la noche de la despedida
Otro de los motivos por los que nos costó despedirnos de Cuenca fue la sensación de familiaridad que nos generó. Fue el primer lugar donde nos quedamos en un mismo sitio ofreciendo los calendarios que hicimos con nuestras fotos para ayudarnos a seguir viaje. Estando allí, al costado del río, se nos pasaba el día charlando con gente que pasaba por ahí, veía la Kangooneta y nos poníamos a conversar acerca de los viajes con mates de por medio. Varios incluso nos ofrecieron quedarnos en sus casas, y eso era algo que no había pasado hasta ahora. Era muy divertido explicar que es el mate a quienes nunca lo habían escuchado nombrar y más aún ver sus caras la primera vez que lo probaban. No sabemos si es porque lo tomamos desde que somos chiquitos, pero tenemos que reconocer que a la mayoría de las personas que se animaron, no les gustó. Una señora hasta decía guácala! Guácala!

Al lado de este río pasábamos toda la tarde. No está buenísimo? 


A Cuenca llegamos después de las fiestas por la independencia, y todos nos decían que era una lástima, que nos habíamos perdido lo más lindo, pero así y todo participamos de varios eventos culturales gratuitos. Fuimos a ver una ópera, un concierto de jazz gitano, varias películas y charlas dentro del festival de Cine de Cuenca, presenciamos una carrera nocturna de bicicletas y visitamos una fábrica de sombreros “Panamá”.




No perderse el palo que se está dando el ciclista. Bien el fotógrafo!


Los sombreros Panamá no se fabrican en Panamá, se fabrican en Ecuador. 

Cada vez que salíamos a caminar por la ciudad, nos sentíamos como que hacía mucho tiempo estábamos allí. Nos cruzábamos conocidos por todos lados y no parábamos de saludar gente. Con algunos visitamos museos, ruinas dentro de la ciudad y el Parque Nacional Cajas, donde nos agarró la lluvia y tuvimos que hacer dedo para volver a Cuenca. Éramos 10 y pensamos que nunca iba a parar nadie. Pero el segundo auto que pasó era un camión y para nuestra sorpresa paró y nos levantó a todos. No pudimos tener mejor suerte!




Volviendo del Cajas, gracias al camionero que nos levantó a todos. 

El día anterior a irnos, ese en el que me sentía mal, Pao adoptó una gatita. Algo tímida al principio, pero bastante franelera cuando entró en confianza. Había que ponerle un nombre, y a Gaby se le ocurrió que la llamen Alaska, para que nos recuerden siempre. La idea gustó y así quedó una partecita nuestra viviendo en la casa que nos recibió con tanta buena onda.

Alaska, la nueva integrante de la casa. 


           
Con este cartel nos encontramos en el vidrio del auto. También vamos a extrañarte Pao!

5 comentarios:

  1. !!! buenisimo chicos !!! edu (vidrierista)

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  2. qué lindo relato y con qué gente cálida se fueron encontrando, es reconfortante ir sembrando y cosechando afectos...hasta dejan un representante con el nombre del destino. A seguir andando. Muchos abrazos!!! MTShanahan

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  3. Hola hermosos! Tanto tiempo sin escribir, para quienes queremos encontrarlos todos los dias... Esta es una explosion de bellos relatos vividos por ustedes acompañado de tremendas buenas fotos! ! ! !
    Vean que los acompañamos un monton de personas...es importante sientan este apoyo, un poco para mitigar esas despedidas que tanto sufren..EL CAMINO SE HACE ANDANDO....y eso es lo que estan haciendo ustedes en cada amanecer y en cada anochecer... Les mandamos todo nuestro AMOR desde Castelar. Mirta (mami)

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  4. Grande chicos esas fotos son de canal dicovery.gracia por hacernos conocer esta hermosa america.papa jorge

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  5. GRACIAS POR LAS FOTOSSSSSS!!!!!!!!! ¿¿¿¿¿¿¿ALGUNO DE LOS 2 ES FOTÓGRAFO????? porque si no lo son, pueden ganarse la vida haciendo esto. Nina

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