jueves, 20 de noviembre de 2014

Cómo comer langosta y cangrejo en Tulum

Hoy escribe Gaby

Fue tan sencillo comer langosta y cangrejo que no entiendo por qué es la primera vez que lo hago en mi vida.
Está asociado al lujo y al glamour debido a lo costoso que es y luego se habla de su sabor. Pero el disfrute de estos, más otros peces que comimos estos días en ceviche,  en mi caso pasa por otro lado: en cómo se dio que llegamos a comerlos,  más que contarles una receta o la forma ideal de cocción.
Con Paco y los trofeos de pesca

Vivimos en la Kangooneta durante 9 días en una de las playas de Tulum junto a Caro y Vic de “Upa Chalupa”, otros viajeros que van de Alaska a Patagonia. Los chilenos rápidamente se convirtieron en nuestros amigos. Muchas risas en cuanto a “huevonadas” , nuestra mezcla de palabras con “Y” y “LL” como “plasha” o “shuvia”, y a veces hablando en neutro.  Sabíamos que en algún momento nos teníamos que cruzar y se dio en una de las mejores playas que vimos en estos 18 países en los que hemos estado. Más allá de su agua transparente, lo increíble es que la arena parece talco, muy finita, blanca y no se calienta con el sol! Y el condimento extra es que los Mayas vivían ahí y desde la orilla se pueden ver las ruinas. Es un sitio arqueológico y se puede visitar. Más información aquí.  

Una de las mejores playas en las que hemos estado
Con Caro y Vic, de Upa Chalupa, en nuestro restaurante playero
Atardeceres espectaculares...
La playa en la que estacionábamos y pasábamos la noche fue “Playa Pescadores”. Nosotros acampábamos libremente, pero si preferís el confort de un hotel, podés entrar a Trivago y elegir ahí tu hospedaje. Con el nombre de la playa ya les estoy dando una idea de cómo fue que vivíamos a pescado. De ahí salen las lanchas a pescar y las excursiones a ver las Ruinas desde el agua y a hacer snorkel.

Vista de las Ruinas de Tulum desde el agua
 El primer contacto con los pescadores lo hizo Vic cuando les preguntó desde que parte de la orilla le convenía pescar. Con esa primera charla consiguió un filet de pescado a un buen precio para hacer un riquísimo ceviche! Esta es otra cosa que no entiendo: como puede ser que en todo el viaje solo hemos comido ceviche una vez en Perú, una en Ecuador y dos en Panamá, con lo rico y dentro de todo sencillo de preparar!?
El segundo contacto con los pescadores lo hice yo al tentarme a comprar pan cuando todos los pescadores rodeaban a un vendedor ambulante. Los chistes entre ellos y el enojo del panadero porque no le querían pagar en el momento, era lo que más se escuchaba. Luego los chistes hacia mí porque preguntaba que relleno traía cada pan. Buscaba el ideal para acompañar el mate, hasta que la conclusión fue que lo coma y que si no me gustaba que elija otro.


Al día siguiente mientras que junto a Flor disfrutábamos de la sombra de la palmera, se acerca Paco y nos pregunta si nos gustaría acompañarlo a pescar langostas. Por supuesto que dijimos que si, no podíamos desaprovechar la propuesta. La idea era que mientras él se sumerge a pescar con el arpón, nosotros podíamos hacer snorkel o pescar desde la lancha. Tengo que confesar que siempre me negué a la pesca, aunque he pescado unos cuantos resfriados en mi vida. El que más festejó la invitación fue Vic, que es un amante de esta disciplina.
Habíamos quedado en ir un viernes, pero Paco se apareció el jueves diciendo vamos! Con Flor nos estábamos yendo al pueblo y no pudimos ir, pero si lo hicieron Caro y Vic.
Cuando volvimos, 3 horas más tarde, se estaban bajando de la lancha con unos cuantos trofeos de pesca por parte de Paco. A Vic no le fue muy bien, solo consiguió un pequeño pescado, pero contamos con la amabilidad del gran pescador que nos regaló unos cuantos. Vic se encargó de filetear algunos para hacer ceviche y yo limpié otros que luego comeríamos fritos.



No solo comimos un sabroso ceviche preparado por los chilenos sino que también probamos el  que prepararon los pescadores, que como buenos mexicanos que son, para nuestro paladar estaba más que picante! Pude solo darle tres bocados por miedo a que luego me haga mal, pero la verdad es que me encantó. El picante explotaba en mi boca resaltando los sabores,  así que voy a ir agregándole de a poco picante a las comidas.

Ceviche a la chilena
Eran las 6.15 de la mañana del sábado, estábamos preparando el desayuno y pasó Paco diciendo que se estaba yendo a pescar una vez más. En dos bocados me comí el pan con palta (aguacate) y en dos tragos me tomé el café. No iba a dejar pasar la invitación. Al minuto estábamos los cuatro viajeros en la lancha junto a Paco y al lanchero que también se llama Gabriel. Fue todo muy rápido: salimos a toda máquina, a los segundos pasamos por las ruinas, al rato me doy vuelta y Paco ya se había sacado la remera (camiseta), nos detenemos, Paco se tira al agua, mira y dice que es un poco más adelante, luego se sumerge para ver la corriente, dice que está bien ahí, mi tocayo le pasa el tubo de oxígeno y una boya para que lo ubiquemos, y a los segundo ya no lo vemos más. Nunca hice buceo, pero siempre pensé que había toda una preparación. Paco la tuvo, pero fue de menos de 30 segundos. Claro, que esperar si desde los 13 años que se dedica a esto? Ya lleva 20 años de experiencia.

Los machos empujando la lancha
Viajando a toda velocidad
Paco colgado de la lancha buscando el lugar perfecto
Hizo tres inmersiones que duraron unos 45 minutos cada una. Cada vez que salía traía langostas, cangrejos y otros tipos de peces en una especie de “brochette”. Nosotros le festejábamos porque sabíamos que cuánto más saque, más chance teníamos de recibir algo, jaja.  Mientras tanto nos divertíamos bastante. Vic intentaba pescar desde la lancha. Cada vez que recogía el riel, Caro le preguntaba si había picado algo y el lanchero se mataba de risa diciéndole a Vic que la tire al agua. Flor estaba quietita esperando que se le pase el mareo, más seria que perro en bote. Y yo debutando en la pesca sin caña de pescar, simplemente con una tanza (cordel) y anzuelo que me presto Vic, que lo terminé enredando todo y hasta se me cayó al mar.  Después las chicas se tiraron con el snorkel y volvieron rapidito porque estaba lleno de medusas. El que más se divertía era mi tocayo, el lanchero, que aprovechaba cada momento para burlarse de nosotros.
Regresamos a la playa luego de tres horas con una heladerita (cooler) y un balde con distintas especies marinas.

Las primeras langostas!
El viejo y el mar
Brochette de langosta, pez león y otros peces...
Cangrejo Rey
Luego de 3 inmersiones: Cooler lleno!
Todo esto que vivimos fue el condimento extra para enaltecer el sabor de la langosta y el cangrejo que almorzamos ese día. Sin toda esta historia no lo hubiésemos disfrutado tanto. Preferimos conocer gente así que nos invite a ser parte de su vida, que tener 50 dólares para comprar un kilo de langosta.

Paco limpiando la langosta
Flor limpiando cangrejo
Gaby golpeando las tenazas

Caro cocinando
Los chicos haciendo huevadas
El plato terminado: Carne de langosta y cangrejo con mantequilla y ajo. Mmmmmm

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