Ok, Llegamos a Lethem. Estamos en Guyana. Y ahora?
Nuestras ganas de conocer el país no se terminan acá y para
llegar a Georgetown, la Capital, hay que viajar 565 km, de los cuales 459 km
son de tierra en condiciones desconocidas. Digo condiciones desconocidas porque
el estado del camino cambia todo el tiempo. Puede que alguien haya viajado hace
un mes y lo haya encontrado perfecto, hoy esté malísimo y en el mes próximo sea
intransitable. La verdad es que nunca se sabe y no hay manera de
anticiparlo.
Lo mejor que se puede hacer es viajar en temporada seca, que
hay 2 al año. Una de inicio de mayo a mediados de julio y otra de fines de
noviembre a fines de enero. Aunque esto tampoco es garantía de nada, ya que con
los cambios climáticos no es tan exacto.
Cuando empezamos a pensar en la idea de venir para estos
lados nos contactamos con algunos viajeros que habían hecho el camino, de hecho
solo con 3. La información en internet es
muy poca y queríamos tener datos de primera mano.
Todas las experiencias son diferentes y llegamos a la
conclusión de que la decisión de venir no la tenían ellos, la teníamos que
tomar nosotros y estar dispuestos a asumir los riesgos.
La mayoría de vehículos que viajan por esta ruta son
camionetas, casi todas 4x4, camiones de carga bien altos y unos minibuses (para
transporte publico) que no son 4x4, aunque son un poco más altos que la
Kangooneta.
Nos animó saber que estos minibuses viajan todo el año, con
o sin lluvia.
Dos semanas antes de la fecha pensada para llegar a Guyana,
conocimos a Wim y Anja, una divertida pareja Holandesa que vivió muchos años en
Surinam. Ellos hicieron el temible camino 3 veces ida y vuelta, o sea 6 veces,
y nos alentaron a venir diciendo que nuestro auto pasaba sin problemas.
No nos gusta mucho estructurar el viaje y ponernos tiempos,
pero si queríamos sobrevivir a las lluvias, tendríamos que hacerlo.
Unos meses antes nos enteramos de un festival muy importante
que se hace para Pascuas en Lethem. Se trata de un Rodeo que atrae mucha gente
de todo el país y es un poco antes de la temporada de lluvia. Entonces pensamos
en recorrer las 3 Guyanas en un mes y estar de nuevo en Lethem para este
festival. Supuestamente iban a trabajar en el camino para mejorarlo y al estar
más transitada la ruta podríamos recibir ayuda en caso de que nos pasara algo.
El motivo de nuestras ansias de llegar a Georgetown era
estar presentes para Phagwah o Holi, un festival de origen Hindú del cual hoy en
día participa todo el mundo, pertenezca o no a esa religión.
Pero antes de contarles acerca de Phagwah, faltan 2 días de
12 horas diarias de manejo sin descanso.
Salimos de Lethem con la primera luz del día. Eran casi las
6 de la mañana y sabíamos que nos esperaba un largo día, aunque no tanto.
Los primeros 110 km atraviesan la Sabana de Rupununi, una
planicie bastante desértica, con vegetación baja y muchas termitas. Hablar de
termitas parece de película norteamericana, pero existen y está lleno de “casitas”
por todos lados.
Lo más increíble que vimos en ese camino fue un oso
hormiguero. Estaba caminando muy pancho por el costado del camino como dándonos
la espalda y cuando lo vimos no sabíamos bien que era, hasta que frenó, se dio
vuelta para mirarnos y ahí le vimos la trompa!
También vimos unos pajarracos gigantes blancos con la cabeza
y cuello negros que pareciera que tuvieran una bufanda roja. Lindos, aunque su
tamaño da un poco de miedo.
El estado del camino fue bastante bueno, excepto por algunos
pozos y un constante serrucho molesto.
Desayuno listo! |
En un momento, empiezan a aparecer alguna montañas. Más
adelante, la vegetación empieza a crecer y crecer, cada vez más, hasta que en
unos pocos kilómetros estás dentro de la selva. Es increíble cómo el paisaje
puede cambiar tanto en tan poca distancia. El verde es infinito y la altura de
los árboles es tal que hace doler el cuello de tanto mirar para arriba. Cuesta
distinguir una planta de otra. Están todas encimadas, intentando ganar espacio,
como si fuera una competencia que nunca termina. En esos lugares siento que si
la gente dejara de pasar por un tiempo, la selva avanzaría y volvería a tapar
el camino.
El camino empezó a tener más huecos y bastante más barro. Aunque
nada imposible para la Kangooneta, era bastante tedioso para el conductor.
En el camino dentro de la reserva escuchamos en 3
oportunidades un ruido muy fuerte que venía desde adentro de la selva. Era como
un rugido. Nos imaginamos un jaguar y nos dio mucho miedo. En el puesto de
control intentamos describirlo para saber que era. El oficial, que no tenía mucha
onda, dijo que no sabía. Tal vez era una máquina o tal vez era algún animal.
Nunca lo sabremos.
A las 5 de la tarde, después 230 km y de 11 horas de viaje
sin parar, llegamos al Rio Esequibo.
Velocidad promedio: 20 Km por hora.
La única manera de cruzar es en ferry, y decidimos pasar la noche en un parador a
500 metros del río.
Estábamos muy cansados y solo queríamos comer y dormir. Lo de dormir no fue tan bien porque llovió torrencialmente casi toda la noche y nuestros miedos de una ruta destruida crecían con cada gota.
Empezamos a preguntar el estado de la ruta a los que habían
hecho el camino inverso y todos nos dijeron que pasábamos. Un señor sugirió que
viajemos junto con algún minibús y otros lo miraron y exclamaron: No los van a
esperar! Los minibuses vuelan!
La mejor recomendación que nos pudieron dar fue medir la
profundidad de los charcos con un palo o directamente caminando para ver
también la firmeza de la tierra.
Nos faltaban 230 km de tierra y los primeros 60 km no
estaban tan mal, considerando la lluvia de la noche anterior.
En un momento apareció un charco gigante, y haciendo caso a
la recomendación de la gente, nos bajamos y medimos la profundidad con una
rama. No nos pareció tan complicado para la Kangooneta y pasamos sin problemas.
Un poco más adelante, apareció otra “laguna”, y sin dudarlo
seguimos como si nada. El agua trepó por el capot y llegó hasta el parabrisas. Por
un segundo nuestros corazones se detuvieron. Ante esa imagen nos imaginamos el
agua entrando por las puertas e inundando todo. Fueron unos instantes en los
que había que actuar rápido, y gracias a la destreza de Gaby, que no dejó de
acelerar en ningún momento y a la fuerza de la Kangooneta, salimos airosos.
Momentos después nos estábamos bajando del auto con las
piernas temblando y el corazón acelerado, no pudiendo creer lo que había
pasado. La patente delantera estaba totalmente en posición horizontal. La
fuerza del agua la había doblado y tuvimos que sacarla para no perderla.
Unos kilómetros más adelante, aparecieron 3 lagunas
seguidas. Y ahí si, tomé coraje y me metí sin dudarlo. El agua me llegaba casi
hasta la rodilla y luego de unos minutos de debate, el veredicto fue: Media
vuelta y nos volvemos.
Está bien que queríamos conocer las Guyanas, pero tampoco
somos tan tercos como para poner en riesgo el vehículo que tanto queremos y que
tan lejos nos tiene que llevar.
Empezamos a desandar el camino pensando en cómo íbamos a
cruzar la laguna que antes nos había hecho temblar. Y milagrosamente apareció
una pick up 4x4, a quienes acudimos por ayuda. Solo queríamos que esperen a que
crucemos el pozo de agua por si nos llegábamos a quedar. Pero en seguida
empezaron a darnos ánimo diciendo que el camino no estaba tan malo hasta
Georgetown, que era solo ese pedacito y que viajáramos detrás de ellos que no
nos iba a pasar nada. Durante unos cuantos kilómetros nos fueron marcando el
camino, hasta que nos dejaron solos nuevamente. Y tenían razón, la ruta tenía
millones de pozos gigantes pero no era imposible para nosotros, solo que la
velocidad máxima a la que podíamos ir era de 10 km/h.
Alimentando a la Kangooneta. |
Check point. |
Que hermoso viaje chicos. Gracias por compartirlo
ResponderEliminarHola Antonio, muchas gracias! Saludos viajeros! Flor y Gaby
EliminarQue buenas historias de viaje, fuerza chicos!!!!
ResponderEliminarQue bueno que te gusten Victor! Muchas gracias! Saludos viajeros! Flor y Gaby
EliminarQue locos lindos,sigan adelante besos
ResponderEliminarMuchas gracias Pa! Abrazo grande! Gaby y Flor
EliminarCuando llegas al final del blog es como que NO queres que termine... Es como explicabas Flor, como cuando terminabas"Cien años de soledad"...contenta porque lo terminabas pero a su vez no querias que se acabe... Hermosas y demostrativas fotos y relatos...que nos permiten "viajar con ustedes". Los queremos mucho, sigan que los angeles de la guarda los acompañan!!! Mami Mirta
ResponderEliminarMuchas gracias Mirta! Quedate tranquila que todavía hay mucho más para seguir contando de Guyanas! De a poco lo vamos a ir publicando... Un abrazo grande! Flor y Gaby
EliminarHola Amigos, desde Chile, "SE PASARON" he leído muchos blog de viajes, pero ninguno como ustedes, esto es "Viajeros" Siempre me interesó y pregunté mucha veces por el camino contrario al que hacían la mayoría de los viajeros, (Chile, Perú, Ecuador, etc), por el otro lado nadie respondió, claro, nadie se animaba a hacerlo, pensé que había que tener muchas lukas para hacerlo, dificil, peligroso, pero ustedes lo hicieron, como dicen ustedes DIOSES, ustedes hicieron lo imposible. Haganme un ladito en la Kangoo, desde hoy viajo con ustedes. Cariños
ResponderEliminarHola! Uauuu que lindo todo lo que nos decís! Nos llena de alegría y nos da muchas energías para seguir viajando y escribiendo sobre lo que vivimos día a día.
ResponderEliminarQue bueno que nos acompañes en esta aventura.
Un abrazo!