viernes, 6 de febrero de 2015

San Cristóbal de las Casas, nuestro rincón argentino en México

Una de las cosas que más disfrutamos de este viaje es la comida. Siempre hablamos de las cosas nuevas que vamos probando, de los fascinantes mercados que tiene Latinoamérica y de cómo hemos ido cambiando nuestra manera de alimentarnos durante el viaje, en el que adaptamos nuestros hábitos al lugar en el que estamos y cuando nos cocinamos incorporamos nuevos ingredientes que vamos conociendo, logrando como resultado una mezcla interesante, que a nuestro parecer está buenísima.

Desayunando mate con pan casero en Sancris

Pero cuando se acercaban las fiestas, cuando faltaban pocos días para Navidad y Año Nuevo nos dio una muy grave enfermedad que llamamos “extrañitis”. En una época del año en la que abundan las reuniones familiares, con amigos, en la que la excusa de juntarse para “despedir el año” aunque nos volvamos a ver una semana más tarde es una fija, nosotros nos encontrábamos solos y queriendo comer como en casa, aunque no desamparados. Y les vamos a contar porque.
Hay un lugar llamado San Cristóbal de las Casas, en el Estado de Chiapas, México, que tiene un gran imán. Muchas personas llegan a este lugar para conocerlo y quedarse dos o tres días, pero la magia de esta ciudad que parece pueblo hace que simplemente no te puedas ir. Varios de los que se han quedado en Sancris, como lo llamamos en confianza, son viajeros al igual que nosotros. A algunos los conocíamos desde antes, gracias a las redes sociales, y con otros nos encontramos en este maravilloso lugar.

Iglesias de Sancris
Callecitas de Sancris

Nuestro plan era llegar a Sancris el 23 de diciembre, para darnos tiempo a conseguir un cuarto para rentar y pasar allí las fiestas. Como siempre, los planes se cambian en contra de nuestra voluntad y un corte de ruta de 5 horas a mitad de camino desde Palenque hizo que llegáramos a la ciudad el mismísimo 24 de diciembre cerca del mediodía. Por suerte teníamos algunos contactos gracias a Maru y Martín de la "Kombi Rutera", y fue bastante sencillo. A las 3 de la tarde estábamos instalados en una acogedora casita llena de arte y plantas, donde nuestra cena navideña consistiría en unas pizzas caseras con cerveza. Gran plan para nosotros!

Regando las plantas en la casita de Sancris
Tardes de lectura
Navidad en Sancris
Nos acomodamos y salimos a caminar por el famoso Andador Guadalupano, una de las peatonales o el también llamado corazón de Sancris. No tardamos mucho en encontrarnos con Martín y conocernos personalmente. Como si fuéramos grandes amigos nos invitó a sumarnos a su festejo de Navidad y una vez allí, conocimos al resto del equipo argentino, que hizo que nos sintiéramos por unos días como en nuestro país: Gaby y Camo de “Plan B viajero” y Agus y Uli de “Instinto Nómada”.

Foto con "Kombi Rutera" y "Plan B Viajero"
En la semana nos encontrábamos casi todas las tardes a matear en el famoso andador y algunas noches nos juntábamos a cenar y a jugar a las cartas, a un juego sin nombre que apodamos Heisenberg porque fue enseñado por un alemán. Todos preparábamos algo para comer y compartíamos. Fue un gran aprendizaje porque algunos de los chicos son veganos y probamos nuevos manjares inimaginados para nosotros. Agus y Uli comenzaron hace poco con un recetario de comidas veganas que pueden ver aquí

Amasando pan casero para el desayuno
Apurate con la foto que empiezo sin vos!
Intentando hacer medialunas caseras
Resultado: un éxito total!
Frente al Zócalo, como le llaman a los parques centrales en México, el municipio había instalado una pista de patinaje sobre hielo y un tobogán de hielo. Estos eran gratuitos y no perdimos la oportunidad de sentirnos niños nuevamente. La realidad es que pensé que era algo que no se olvidaba, como andar en bicicleta, pero me dio tanto miedo que di dos vueltitas y salí. Gaby entro más en confianza y se animó hasta a bailar al ritmo de la música. El show terminó con una caída y un golpe en la rodilla, aunque no fue nada grave.


Patinando sobre hielo

Para conocer la ciudad, lo que podemos recomendar es salir a caminar y perderse en sus callecitas coloniales con techos de teja y pisos de adoquín, admirar sus murales y escritos, comprar productos locales en el mercado, como un buen café de la región, admirar las artesanías y los bordados que hacen las mujeres chiapanecas, unas faldas y mantas que son impresionantes.

La Kangooneta por las callecitas de Sancris 
Hermosos banderines con los colores de la bandera de México



La vida es un soplo, respira profundo...

Quedaron en encontrarse en la esquina, Mariana llegó tarde y le dejaron un mensaje. Genial!!!
Una de las mejores vistas de la ciudad se obtiene desde la Iglesia de Guadalupe, ubicada sobre una colina desde donde se aprecian las montañas que rodean el lugar.

Iglesia de Guadalupe

Vista desde la iglesia de Guadalupe
Las montañas albergan extensos bosques de pinos y un gran lugar para pasar el día y hacer un picnic sintiendo el aroma que desprenden es el “Arcotete”, un predio en el que la entrada solo cuesta MX$ 10 (menos de 1 dólar). Allí podés caminar por el borde del río, admirar el puente de piedra natural, visitar las cavernas con estalactitas y estalagmitas (MX$ 10), hacer tirolesa atravesando el río (MX$ 10) o simplemente entrar en contacto con la naturaleza y bajar todos los cambios que necesites.

Vista de la ciudad camino al Arcotete
Arco de piedra natural




Si hay algo que no podemos dejar de mencionar acerca de esta región es la gran presencia de comunidades indígenas, las que gracias al Movimiento Zapatista o EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional) han logrado el merecido reconocimiento a sus derechos y sus tierras, las que siempre les pertenecieron. Esta resistencia campesina comenzó el 1 de enero de 1994, cuando el EZLN tomó bajo su mando las principales ciudades de la región, siendo San Cristóbal de las Casas una de las más importantes. El objetivo era y sigue siendo la lucha por trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz.
Los Zapatistas se caracterizan por cubrirse la cara dejando al descubierto solo sus ojos y se organizan en Caracoles. El acceso a estos caracoles es muy restringido y el único día al año en donde se puede ingresar casi libremente, aunque con invitación, es el 31 de diciembre para comenzar el año allí, por la conmemoración del inicio del movimiento. Aunque estuvimos en San Cristóbal para esta fecha, nuestra permanencia en la ciudad no era tal para lograr una invitación. 
Gaby y Camo fueron invitados y queremos compartirles el relato de su blog, que fue también como lo vivimos nosotros a través de ellos -> ver aquí 
Maru y Martín estuvieron en el Caracol de Oventic  el año pasado para el vigésimo aniversario, y también lo relataron en su blog -> ver aquí 

Nuestro año nuevo fue más bien tradicional. Rompimos el chanchito para preparar Vitel Toné y comimos a reventar. Aquí la evidencia...
Cena de año nuevo con "Kombi Rutera" e "Instinto Nómada"

En esos días conocimos personalmente a Sebastián, un nuevo amigo mexicano que nos ha invitado a su casa en San Luis Potosí desde que salimos de viaje prácticamente. Sebas no dejó de sorprendernos desde que lo conocimos. Por su manera de escribirnos y por sus intereses, nunca imaginábamos que tuviera 17 años y que estuviera esperando a terminar la escuela para salir a viajar, porque, pequeño detalle, no puede salir del país solo. Nos volvió a sorprender cuando lo invitamos a comer unas pizzas hechas por Gaby y resultó que trabajaba en una pizzería italiana. Y volvió a hacerlo cuando leímos su blog, que no les vamos a contar cual es porque va a cambiarlo y mejorarlo para su inminente viaje. Lo admiramos, pero no solo por querer viajar, sino por tener las cosas tan claras. Para el año nuevo pedimos 12 deseos envueltos en 12 uvas, y si pudiera volver a pedir uno de ellos, sería desearle a todo el mundo la capacidad de saber lo que quieren hacer de sus vidas y la fuerza para trabajar en pos de eso.  

Probando las medialunas con Sebas
Con Sebas visitamos el río, a tan solo 15 minutos a pie del centro, donde, señoras y señores, no puede haber amor! Eso lo dejaron muy claro todos los carteles que nos encontramos en el camino. Que mala onda loco!

No al amor! 
Si vas a Sancris, no podés dejar de visitar San Juan Chamula y San Lorenzo Zinacantán, dos pueblos indígenas en los que se habla en tzotzil y se mantienen ritos y tradiciones ancestrales.
En Chamula, los domingos de mercado se pueden conseguir todo tipo de productos, en especial frutas y verduras, ya que los pobladores se dedican en su mayoría a la agricultura.
A la iglesia solo se puede entrar pagando una entrada y está prohibido tomar fotografías. Lo que sucede dentro de ésta solo puedes guardarlo en tu memoria. Y resulta que no se trata de una iglesia común y corriente. Solo la fachada externa y los santos en su interior dan cuenta de una iglesia católica. Al ingresar tus ojos se deben acostumbrar al humo que se respira en el ambiente debido a la cantidad de velas que hay prendidas por todos lados. El piso está cubierto por una alfombra de hojas de pino y se siente un constante murmullo. Se trata de personas en grupos o en solitario rezando, aunque dudamos de que se tratara de rezos católicos. Todos llevan ofrendas, canastas con comida y hasta se realizan sacrificios animales, algo que no vimos pero que nos contaron es muy común.

Fachada de la iglesia de San Juan Chamula
En Zinacantán se dedican al cultivo de flores y las iglesias están excesivamente adornadas con todo tipo de arreglos florales. Aquí, también por respeto, no se puede sacar fotos.
En la puerta de la iglesia nos encontramos con un grupo de más de diez hombres en ronda vestidos con uno de los trajes típicos: un poncho negro de piel hasta los tobillos les cubría el cuerpo, sandalias de cuero y un pantalón corto blanco se observaba por debajo del poncho, sombreros con cintas y un pañuelo alrededor del cuello con largas borlas. Solo 3 tocaban instrumentos y el resto cantaba. Al entrar a la iglesia nos encontramos con otro grupo haciendo lo mismo. Estos vestían largos ponchos pero blancos, llevaban los mismos pañuelos con borlas pero en la cabeza a modo de bandanas, y sostenían en sus manos unos sombreros de ala ancha con muchas largas cintas de todos colores. También tocaban instrumentos, una especie de arpa y violín son los únicos que recuerdo, y al estar dentro de la iglesia, se formaba una acústica mágica y no podíamos dejar de observarlos. Nos sentíamos envueltos en esa melodía, que era algo monótona pero te llegaba directo al alma. No puedo saber cuánto tiempo pasó hasta que unos fuertes estruendos me sacaron de esa atmósfera y en pocos minutos terminó el ritual. Se trataba justamente de eso, el final del ritual, que se celebra con bombas de estruendo. Poco tiempo después todos se dispersaron y no había mucho más para ver.

Nos dimos cuenta de que teníamos algo de hambre, nos comimos un elote (choclo) con mayonesa y queso y volvimos a Sancris, al andador y a los mates con amigos. 

Para leer los blos de nuestros nuevos amigos:
Kombi Rutera   www.kombirutera.com.ar
Plan B Viajero www.planbviajero.com
Instinto Nómada instintonomada.blogspot.com

1 comentario:

  1. Buenisimos chicos!
    Ya nos encontraremos de nuevo para repetir esas comidas!
    Fueron una Maravilaaaaaa!

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