viernes, 5 de junio de 2015

Estados Unidos: La frontera más fácil y la más difícil al mismo tiempo

Hace más de un mes de la última publicación en el blog y muchas, pero muchas cosas nos quedaron por contar de los casi 6 meses que pasamos en México. Pero si hay algo contra lo que no podemos luchar, es contra el tiempo. El tiempo no espera, así como tampoco nos va a esperar el verano en el norte del hemisferio. Esta vez, elegimos adaptarnos nosotros al tiempo y al clima para aprovechar y poder conocer lo máximo que podamos de Estados Unidos y Canadá para poder llegar antes del invierno a… (redoble de tambores)…  Alaska!!!  Ay, es la primera vez que lo decimos y no lo podemos creer. Como que siempre que nos preguntaban cuando íbamos a llegar, decíamos que no sabíamos, porque realmente no lo sabíamos y nunca fue algo que planeamos. Pero ahora sí, ya estamos, muy lejos todavía, pero cada vez más cerca, y nunca en realidad importó si llegábamos o no,  porque para nosotros lo importante es lo que pasa en el camino, no un destino.


Empezamos a acelerar un poco el paso y viajar algo más rápido. Para que se den una idea, en México estuvimos 6 meses y recorrimos 8600 km. Y en Estados Unidos estamos hace un mes y medio y ya hicimos 6000!
Por eso, vamos a intentar, en la medida de lo posible, ir contándoles un poco acerca de lo que nos va pasando, y vamos a dejar para más adelante tantas historias de México que nos quedaron en el tintero…


Llegamos a Estados Unidos el 24 de abril, 3 días después de haber festejado mi cumpleaños número 32 en Zacatecas, con una gran familia que nos recibió y con un cumpleaños mexicanísimo, como buena despedida: Con discada, pastel de cumpleaños, las mañanitas, piñata y bolo!

La frontera de Estados Unidos, al margen de todos los miedos que teníamos, fue la más fácil. Claro, la parte difícil la habíamos tenido que pasar antes de renunciar a los trabajos, cuando tramitamos la temida VISA que nos piden a los argentinos y a muchos Latinoamericanos. La mayoría de los países cobran tasa de reciprocidad a los estadounidenses (no les digamos americanos por favor. América es un continente, no un país) y de alguna manera, creo, intenta equilibrar la balanza.
Estábamos buscando la frontera en Nuevo Laredo, siguiendo los carteles que decían “Puente Internacional”. Vamos bien, seguimos los carteles, y de repente, estamos arriba de un puente. Del otro lado, la bandera de Estados Unidos flameaba y una caseta como de peaje adelante nuestro.  
- Volvé! Estamos cruzando el río, estamos entrando a Estados Unidos! 
-      -  No puedo retomar acá, y ahora que hacemos?
-      -  No se, no hicimos la salida de México! Bueno, le explicamos y esperamos que entiendan.

Efectivamente, estábamos entrando a un nuevo país sin salir del anterior, y eso nunca es bueno. Así que le contamos al señor lo que nos había pasado. Por suerte hablaba español y fue muy amable. Nos dijo que hiciéramos la entrada en Estados Unidos, y que una vez que tengamos el permiso, podíamos volverá cruzar el puente, hacer lo que teníamos que hacer en México y volver a entrar. Tan fácil como eso. No lo podíamos creer!

Nos hicieron estacionar a un costado, nos pidieron los pasaportes, dejamos el auto ahí, fuimos a una oficina donde no nos preguntaron nada de nada, y nos dieron 6 meses de estadía en este inmenso país. Ni siquiera nos revisaron el auto! Y así como nos había dicho el señor, volvimos a México, buscamos las oficinas de la Aduana, que parecían estar jugando a las escondidas, hicimos todos los trámites, y volvimos a cruzar el Río (Bravo para los mexicanos, Grande para los Estadounidenses).
Y a pesar de cualquier prejuicio que pudiéramos tener, cualquier diferencia de ideología en cuanto a cuestiones de política o de maneras de gobernar, formas de ser o de pensar, queremos dejarlas de lado, no generalizar y disfrutar de este país. Porque así como no hicimos caso al marketing de la  inseguridad de la mayoría de los países, apostamos a más y nos permitimos encontrarnos con personas y lugares maravillosos, queremos darle a Estados Unidos esta oportunidad, la chance de absorber todo lo bueno que tenga para darnos y aprender, porque de eso se trata el viaje, de eso se trata la vida, de ser siempre un estudiante. Y tal vez, sin darnos cuenta, dejemos un aprendizaje a las personas que conozcamos.      


Así, una tarde calurosa y pegajosa de abril, comenzó la Kangooneta a rodar por las rutas de Texas, un estado enorme, el segundo más grande en territorio después de Alaska. Las primeras horas avanzamos por la autopista, por un terreno plano muy parecido a la Pampa argentina y todos los autos nos pasaban. Hasta los camiones, gigantes todos, iban más rápido que nosotros. Estaba soleado y a medida que vamos hacia el norte y se acerca el verano (que aquí comienza el 21 de junio) los días empiezan a hacerse cada vez más largos. Imaginábamos que íbamos a tener uno de esos atardeceres hermosos en la ruta, pero no. De golpe, el cielo empezó a ponerse cada vez más gris, luego negro, no por la noche, sino por la tormenta. Rayos, truenos, lluvia, mucha lluvia, y nosotros que todavía no entendíamos muy bien las reglas de manejo, ni los carteles de la autopista, paramos en la primera estación de servicio que pudimos para definir qué cuernos íbamos a hacer. Estábamos agotados. Por todas las horas de viaje, por la tensión que siempre nos genera cruzar una frontera, por el calor que hacía y porque ya era hora de parar a descansar, lo que no sabíamos era donde!


Era un Travel Center, donde paran a dormir los camiones. Tienen duchas y un montón de servicios para los camioneros. No sabemos por qué pero pensábamos que en Estados Unidos no se podía dormir en las estaciones de servicio, así que con más dudas que otra cosa le preguntamos a la cajera de la tienda (acá no hay playero y vos mismo te tenés que cargar gasolina) si nos podíamos quedar a pasar la noche, porque bla bla bla (le hicimos toda la explicación de siempre). Para nuestra sorpresa, en lugar de mirarnos como si fuéramos extraterrestres por lo que estábamos pidiendo (cosa que nos pasaba en cada lugar en Latinoamérica), levantó los hombros como restándole importancia y dijo: Sure! (Claro!)
Asi? Tan fácil? Si, así fue la primera vez que pedimos permiso para dormir en una estación de servicio. Y la segunda y la tercera, y después de la cuarta, ya ni pedimos permiso. A partir de ese momento, llegamos, nos aseguramos que esté abierta las 24 horas sea o no un Travel Center y nos metemos a dormir. Esa es una de las ventajas de viajar en un auto que no parece motor home!

Por supuesto que preferiríamos dormir en un lugar con más naturaleza, pero los campings suelen ser bastante caros para el presupuesto viajero, y los más baratos, que en general están en los National Parks o National Forests, hay que reservarlos con mucha anticipación (entre 6 meses y hasta 2 años, increíble pero cierto)o llegar muy temprano y tener suerte en de que haya algún lugar. Acá la gente viaja muchísimo en motor homes o casas rodantes. La gran mayoría son parejas de jubilados y viajan con todos los lujos, hasta con televisión satelital!
En los National Forest, hay áreas para acampar libre y gratis, sin ningún tipo de servicio claro, pero no siempre estamos cerca de uno y no son lugares designados, sino que hay que empezar a buscar caminos alejados de la ruta y respetar algunas reglas. Por ejemplo en Texas casi no hay National Forests, pero en cambio hay muchos State Parks, que son áreas protegidas, como los parques nacionales, pero vendrían a ser provinciales, osea de cada estado.



Así que los primeros días nos la pasamos visitando algunos de estos State Parks. Sacamos un pase anual aunque íbamos a estar aproximadamente un mes, pero nos convenía porque nos permitía entrar a todos y pasar el día allí, aunque luego nos tuviéramos que ir a dormir a otro lado. Teníamos resuelto el tema de la ducha! Y en uno de los parques los baños tenían hasta calefacción! Además, la mayoría tenía wifi!

Fuimos intercalando los primeros días entre el verde de los parques y algunas ciudades.
San Antonio fue la primera, y a pesar del calor, conocimos el centro con su reconocido “Alamo”, un lugar importante en la historia de Texas, ya que éste fue el único estado que se independizó de México y se convirtió en una República independiente, para más adelante unirse a Estados Unidos. Buscamos el fresco a lo largo del Riverwalk, primero entre mareas de personas yendo y viniendo, comiendo o tomando algo a orillas del río, y luego más alejados, fuimos testigos de un casamiento que se celebraba en la intimidad.



En Austin, la capital mundial de la música en vivo, también disfrutamos de un paseo por el río, nos asombramos con sus edificios antiguos y, obviamente, fuimos a ver un show de música en vivo a uno de los tantos bares que hay.





Houston fue mágico y no precisamente porque estuviéramos en Disney(?), sino por todo lo 
que nos pasó. 


Nos recibieron en su casa Pao y Agus, con la divina de Lucía. Ellos viajaron un tiempo por Sudamérica y se mudaron hace poco acá por trabajo. Como grandes viajeros, nos dieron una gran mano y pudimos relajarnos un poco, quedarnos en la casa, y disfrutar de la ciudad sin ganas de salir corriendo.


Pocos días antes de llegar a Houston, nos enteramos de que Gaby tenía una prima muy lejana que vivía en Estados Unidos, aunque no sabíamos en qué lugar. Los planetas se alinearon para enterarnos de que era justamente Houston la ciudad en la que vivían y en seguida nos pusimos en contacto. Vane y Marcelo viven acá hace ya 15 años, formaron su familia y tienen tres hermosos y quilomberos hijos: Nico, Alan y Emma. Nos invitaron a comer un asado de esos que tanto extrañábamos, probamos los helados que hace Marcelo (si, es heladero!!!), saltamos en la cama elástica con los chicos, charlamos como si nos conociéramos de toda la vida y nos reímos mucho! Ellos tuvieron la oportunidad de conocer a la familia Zapp en su primer viaje por América, cuando estaban recién llegados a Estados Unidos y todavía sin hijos!





Y por último, nos pudimos encontrar personalmente con un grande del Básquet, con Pablo Prigioni. Es muy loco que él empezó a seguirnos a nosotros en Twitter hace ya un año, en lugar de nosotros a él, y que empezó a jugar en los Houston Rockets sólo unos meses antes de que decidiéramos conocer Texas. Cuando nos despedimos, nos regaló unos salamines caseros que le habían llevado de regalo unos amigos de Córdoba y medio que nos prometió entradas para un partido (estaban por empezar las semifinales de los Playoffs y se complica conseguirlas). Dos días antes del partido nos confirmó que lo íbamos a poder ir a ver. La verdad no soy fanática del Basquet, pero ser parte del show de la NBA fue una experiencia que definitivamente me gustaría volver a repetir.




Nos tocó despedirnos de Houston para empezar a avanzar un poco y llegamos Dallas, a la casa de los Amunches Viajeros! Entre días de lluvia, tornados y cortes de luz, compartimos casi una semana (cuando iban a ser 3 días) con Germán, Pato e Inti. En el Bus Viajero y con las mejores pizzas del wild wild west de por medio, tuvimos muchos encuentros con nuevos amigos y nos hubiéramos querido quedar mucho más tiempo.  Pero viajar es así, y estamos convencidos de que nos vamos a volver a encontrar en algún momento con todos y cada uno de ellos.



Con los Amunches y Camper Clan
Con Adrián de Yirando América
Los últimos días en Texas los pasamos nuevamente en la naturaleza, conociendo algunos más de sus State Parks, viendo tantos animales nuevos para nosotros y sorprendiéndonos a cada minuto. Pasamos momentos muy extraños en cuanto al clima. Amanecía lindo, soleado y algo fresco, pero a medida que avanzaban las horas, se nublaba, llovía mucho y había tanto viento que pensábamos que íbamos a salir volando por el aire levantados por un tornado. No dejábamos de escuchar la radio para ver si había alguna alerta y estar prevenidos. La mayoría de veces estas tormentas nos tocaron en la ruta, bastante cerca de alguna estación de servicio, donde buscábamos refugio hasta que pase, pero en todos los casos nos tuvimos que quedar a dormir ahí porque ya se hacía de noche y no tenía sentido seguir.  
 











Y por fin llegamos a la mítica y famosa Ruta 66, que en Argentina todos conocemos gracias a Pappo!!!


Fue una de las primeras autopistas del país y a pesar de que hoy ya no existe con esa numeración, aún hay marcas históricas, autos antiguos, viejas tiendas y gasolineras, carteles, moteles y mucho más para seguirla teniendo presente. 





Nos llamó la atención que la mayor parte del viejo recorrido de la ruta 66, hoy en día se hace sobre la ruta 40. Será casualidad que tenga el mismo nombre que la famosa Ruta 40 de Argentina? No lo sabemos, pero nos gustó poder encontrarle esa coincidencia!


Subí el volumen y por un ratito viajá con nosotros.
Andarás bien, por la 66!



Para ver más fotos de nuestro recorrido por Texas, podés visitar nuestro Facebook

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