Hace más de un mes de la última publicación en el blog y
muchas, pero muchas cosas nos quedaron por contar de los casi 6 meses que
pasamos en México. Pero si hay algo contra lo que no podemos luchar, es contra
el tiempo. El tiempo no espera, así como tampoco nos va a esperar el verano en
el norte del hemisferio. Esta vez, elegimos adaptarnos nosotros al tiempo y al
clima para aprovechar y poder conocer lo máximo que podamos de Estados Unidos y
Canadá para poder llegar antes del invierno a… (redoble de tambores)… Alaska!!!
Ay, es la primera vez que lo decimos y no lo podemos creer. Como que
siempre que nos preguntaban cuando íbamos a llegar, decíamos que no sabíamos,
porque realmente no lo sabíamos y nunca fue algo que planeamos. Pero ahora sí,
ya estamos, muy lejos todavía, pero cada vez más cerca, y nunca en realidad
importó si llegábamos o no, porque para
nosotros lo importante es lo que pasa en el camino, no un destino.
Empezamos a acelerar un poco el paso y viajar algo más
rápido. Para que se den una idea, en México estuvimos 6 meses y recorrimos 8600
km. Y en Estados Unidos estamos hace un mes y medio y ya hicimos 6000!
Por eso, vamos a intentar, en la medida de lo posible, ir
contándoles un poco acerca de lo que nos va pasando, y vamos a dejar para más
adelante tantas historias de México que nos quedaron en el tintero…
Llegamos a Estados Unidos el 24 de abril, 3 días después de
haber festejado mi cumpleaños número 32 en Zacatecas, con una gran familia que
nos recibió y con un cumpleaños mexicanísimo, como buena despedida: Con
discada, pastel de cumpleaños, las mañanitas, piñata y bolo!
La frontera de Estados Unidos, al margen de todos los miedos
que teníamos, fue la más fácil. Claro, la parte difícil la habíamos tenido que
pasar antes de renunciar a los trabajos, cuando tramitamos la temida VISA que
nos piden a los argentinos y a muchos Latinoamericanos. La mayoría de los
países cobran tasa de reciprocidad a los estadounidenses (no les digamos
americanos por favor. América es un continente, no un país) y de alguna manera,
creo, intenta equilibrar la balanza.
Estábamos
buscando la frontera en Nuevo Laredo, siguiendo los carteles que decían “Puente
Internacional”. Vamos bien, seguimos los carteles, y de repente, estamos arriba
de un puente. Del otro lado, la bandera de Estados Unidos flameaba y una caseta
como de peaje adelante nuestro.
- Volvé!
Estamos cruzando el río, estamos entrando a Estados Unidos!
- - No puedo retomar acá, y ahora que hacemos?
- -
No se, no hicimos la salida de México! Bueno, le
explicamos y esperamos que entiendan.
Efectivamente, estábamos entrando a un nuevo país sin salir
del anterior, y eso nunca es bueno. Así que le contamos al señor lo que nos
había pasado. Por suerte hablaba español y fue muy amable. Nos dijo que
hiciéramos la entrada en Estados Unidos, y que una vez que tengamos el permiso,
podíamos volverá cruzar el puente, hacer lo que teníamos que hacer en México y
volver a entrar. Tan fácil como eso. No lo podíamos creer!
Nos hicieron estacionar a un costado, nos pidieron los
pasaportes, dejamos el auto ahí, fuimos a una oficina donde no nos preguntaron
nada de nada, y nos dieron 6 meses de estadía en este inmenso país. Ni siquiera
nos revisaron el auto! Y así como nos había dicho el señor, volvimos a México,
buscamos las oficinas de la Aduana, que parecían estar jugando a las
escondidas, hicimos todos los trámites, y volvimos a cruzar el Río (Bravo para
los mexicanos, Grande para los Estadounidenses).
Y a pesar de cualquier prejuicio que pudiéramos tener,
cualquier diferencia de ideología en cuanto a cuestiones de política o de
maneras de gobernar, formas de ser o de pensar, queremos dejarlas de lado, no
generalizar y disfrutar de este país. Porque así como no hicimos caso al
marketing de la inseguridad de la
mayoría de los países, apostamos a más y nos permitimos encontrarnos con
personas y lugares maravillosos, queremos darle a Estados Unidos esta
oportunidad, la chance de absorber todo lo bueno que tenga para darnos y
aprender, porque de eso se trata el viaje, de eso se trata la vida, de ser
siempre un estudiante. Y tal vez, sin darnos cuenta, dejemos un aprendizaje a
las personas que conozcamos.
Así, una tarde calurosa y pegajosa de abril, comenzó la
Kangooneta a rodar por las rutas de Texas, un estado enorme, el segundo más
grande en territorio después de Alaska. Las primeras horas avanzamos por la
autopista, por un terreno plano muy parecido a la Pampa argentina y todos los
autos nos pasaban. Hasta los camiones, gigantes todos, iban más rápido que
nosotros. Estaba soleado y a medida que vamos hacia el norte y se acerca el
verano (que aquí comienza el 21 de junio) los días empiezan a hacerse cada vez
más largos. Imaginábamos que íbamos a tener uno de esos atardeceres hermosos en
la ruta, pero no. De golpe, el cielo empezó a ponerse cada vez más gris, luego
negro, no por la noche, sino por la tormenta. Rayos, truenos, lluvia, mucha
lluvia, y nosotros que todavía no entendíamos muy bien las reglas de manejo, ni
los carteles de la autopista, paramos en la primera estación de servicio que
pudimos para definir qué cuernos íbamos a hacer. Estábamos agotados. Por todas
las horas de viaje, por la tensión que siempre nos genera cruzar una frontera,
por el calor que hacía y porque ya era hora de parar a descansar, lo que no
sabíamos era donde!
Era un Travel Center, donde paran a dormir los camiones.
Tienen duchas y un montón de servicios para los camioneros. No sabemos por qué
pero pensábamos que en Estados Unidos no se podía dormir en las estaciones de
servicio, así que con más dudas que otra cosa le preguntamos a la cajera de la
tienda (acá no hay playero y vos mismo te tenés que cargar gasolina) si nos
podíamos quedar a pasar la noche, porque bla bla bla (le hicimos toda la
explicación de siempre). Para nuestra sorpresa, en lugar de mirarnos como si
fuéramos extraterrestres por lo que estábamos pidiendo (cosa que nos pasaba en
cada lugar en Latinoamérica), levantó los hombros como restándole importancia y
dijo: Sure! (Claro!)
Asi? Tan fácil? Si, así fue la primera vez que pedimos
permiso para dormir en una estación de servicio. Y la segunda y la tercera, y
después de la cuarta, ya ni pedimos permiso. A partir de ese momento, llegamos,
nos aseguramos que esté abierta las 24 horas sea o no un Travel Center y nos
metemos a dormir. Esa es una de las ventajas de viajar en un auto que no parece
motor home!
Por supuesto que preferiríamos dormir en un lugar con más
naturaleza, pero los campings suelen ser bastante caros para el presupuesto
viajero, y los más baratos, que en general están en los National Parks o
National Forests, hay que reservarlos con mucha anticipación (entre 6 meses y
hasta 2 años, increíble pero cierto)o llegar muy temprano y tener suerte en de
que haya algún lugar. Acá la gente viaja muchísimo en motor homes o casas
rodantes. La gran mayoría son parejas de jubilados y viajan con todos los
lujos, hasta con televisión satelital!
En los National Forest, hay áreas para acampar libre y
gratis, sin ningún tipo de servicio claro, pero no siempre estamos cerca de uno
y no son lugares designados, sino que hay que empezar a buscar caminos alejados
de la ruta y respetar algunas reglas. Por ejemplo en Texas casi no hay National
Forests, pero en cambio hay muchos State Parks, que son áreas protegidas, como
los parques nacionales, pero vendrían a ser provinciales, osea de cada estado.
Así que los primeros días nos la pasamos visitando algunos
de estos State Parks. Sacamos un pase anual aunque íbamos a estar aproximadamente
un mes, pero nos convenía porque nos permitía entrar a todos y pasar el día
allí, aunque luego nos tuviéramos que ir a dormir a otro lado. Teníamos
resuelto el tema de la ducha! Y en uno de los parques los baños tenían hasta
calefacción! Además, la mayoría tenía wifi!
Fuimos intercalando los primeros días entre el verde de los
parques y algunas ciudades.
San
Antonio fue la primera, y a pesar del calor, conocimos el centro con su
reconocido “Alamo”, un lugar importante en la historia de Texas, ya que éste
fue el único estado que se independizó de México y se convirtió en una
República independiente, para más adelante unirse a Estados Unidos. Buscamos el
fresco a lo largo del Riverwalk, primero entre mareas de personas yendo y
viniendo, comiendo o tomando algo a orillas del río, y luego más alejados,
fuimos testigos de un casamiento que se celebraba en la intimidad.
En Austin, la capital mundial de la música en vivo, también
disfrutamos de un paseo por el río, nos asombramos con sus edificios antiguos
y, obviamente, fuimos a ver un show de música en vivo a uno de los tantos bares
que hay.
Houston fue mágico y no precisamente porque estuviéramos en
Disney(?), sino por todo lo
que nos pasó.
Nos recibieron en su casa Pao y
Agus, con la divina de Lucía. Ellos viajaron un tiempo por Sudamérica y se
mudaron hace poco acá por trabajo. Como grandes viajeros, nos dieron una gran
mano y pudimos relajarnos un poco, quedarnos en la casa, y disfrutar de la ciudad
sin ganas de salir corriendo.
Pocos días antes de llegar a Houston, nos enteramos de que
Gaby tenía una prima muy lejana que vivía en Estados Unidos, aunque no sabíamos
en qué lugar. Los planetas se alinearon para enterarnos de que era justamente Houston
la ciudad en la que vivían y en seguida nos pusimos en contacto. Vane y Marcelo
viven acá hace ya 15 años, formaron su familia y tienen tres hermosos y
quilomberos hijos: Nico, Alan y Emma. Nos invitaron a comer un asado de esos
que tanto extrañábamos, probamos los helados que hace Marcelo (si, es
heladero!!!), saltamos en la cama elástica con los chicos, charlamos como si
nos conociéramos de toda la vida y nos reímos mucho! Ellos tuvieron la
oportunidad de conocer a la familia Zapp en su primer viaje por América, cuando
estaban recién llegados a Estados Unidos y todavía sin hijos!
Y por último, nos pudimos encontrar personalmente con un
grande del Básquet, con Pablo Prigioni. Es muy loco que él empezó a seguirnos a
nosotros en Twitter hace ya un año, en lugar de nosotros a él, y que empezó a
jugar en los Houston Rockets sólo unos meses antes de que decidiéramos conocer
Texas. Cuando nos despedimos, nos regaló unos salamines caseros que le habían
llevado de regalo unos amigos de Córdoba y medio que nos prometió entradas para
un partido (estaban por empezar las semifinales de los Playoffs y se complica
conseguirlas). Dos días antes del partido nos confirmó que lo íbamos a poder ir
a ver. La verdad no soy fanática del Basquet, pero ser parte del show de la NBA
fue una experiencia que definitivamente me gustaría volver a repetir.
Nos tocó despedirnos de Houston para empezar a avanzar un
poco y llegamos Dallas, a la casa de los Amunches Viajeros! Entre días de
lluvia, tornados y cortes de luz, compartimos casi una semana (cuando iban a
ser 3 días) con Germán, Pato e Inti. En el Bus Viajero y con las mejores pizzas
del wild wild west de por medio, tuvimos muchos encuentros con nuevos amigos y
nos hubiéramos querido quedar mucho más tiempo. Pero viajar es así, y estamos convencidos de
que nos vamos a volver a encontrar en algún momento con todos y cada uno de
ellos.
Con los Amunches y Camper Clan |
Con Adrián de Yirando América |
Los últimos días en Texas los pasamos nuevamente en la
naturaleza, conociendo algunos más de sus State Parks, viendo tantos animales
nuevos para nosotros y sorprendiéndonos a cada minuto. Pasamos momentos muy
extraños en cuanto al clima. Amanecía lindo, soleado y algo fresco, pero a
medida que avanzaban las horas, se nublaba, llovía mucho y había tanto viento
que pensábamos que íbamos a salir volando por el aire levantados por un
tornado. No dejábamos de escuchar la radio para ver si había alguna alerta y
estar prevenidos. La mayoría de veces estas tormentas nos tocaron en la ruta,
bastante cerca de alguna estación de servicio, donde buscábamos refugio hasta
que pase, pero en todos los casos nos tuvimos que quedar a dormir ahí porque ya
se hacía de noche y no tenía sentido seguir.
Y por fin llegamos a la mítica y famosa Ruta 66, que en
Argentina todos conocemos gracias a Pappo!!!
Fue una de las primeras autopistas
del país y a pesar de que hoy ya no existe con esa numeración, aún hay marcas
históricas, autos antiguos, viejas tiendas y gasolineras, carteles, moteles y
mucho más para seguirla teniendo presente.
Nos llamó la atención que la mayor
parte del viejo recorrido de la ruta 66, hoy en día se hace sobre la ruta 40.
Será casualidad que tenga el mismo nombre que la famosa Ruta 40 de Argentina?
No lo sabemos, pero nos gustó poder encontrarle esa coincidencia!
Subí el volumen y por un ratito viajá con nosotros.
Andarás bien, por la 66!
Que inspirador, los felicito que sigan teniendo muy buen viaje
ResponderEliminar