Hace
algunos años hubiera dado cualquier cosa por conocer San Francisco. Tal vez
tenga que ver con todo lo que vemos en las películas, o eran esos mis intereses
en aquel entonces (sueno como una vieja, ja!). Hoy, después de haber recorrido
mucho, siento que las ciudades no me llaman tanto la atención como antes. Me da
la sensación de que requieren de una energía extra para conocerlas y hoy, me
cuesta encontrarla.
Pero
“teníamos que” ir a San Francisco. Mentira, no “teníamos que”, pero era una de
esas ciudades que no nos eran
indiferentes. Por suerte Martha y Murray, los padres de Lauren, a quien
conocimos en Dallas, nos abrieron las puertas de su casa para que no sintamos
tanto el stress de la gran ciudad. Dejamos la Kangooneta en su casa y nos
evitamos la locura de ir al centro en auto. En su lugar, nos tomamos el BART,
un sistema de Metro rapidísimo que cruza la bahía por debajo del agua.
Cómo
explicar el cansancio después de ese día? No sé cómo hicimos para caminar
tanto! Veníamos de varios días en parques nacionales, y a pesar de que veníamos
haciendo muchas caminatas, no es lo mismo hacerlo en la ciudad.
Y
pudimos comprobar lo que dijo Mark Twain, el escritor de las aventuras de Tom
Sawyer: “El invierno más frío que pasé, fue un verano en San Francisco”.
Nublado, bruma, frío y viento. Y nosotros sólo con una camperita y sin la Kangooneta
cerca para abrigarnos! Parece que la costa de California recibe un fenómeno de
las corrientes frías del Polo Norte y el verano llega recién para cuando
comienza el otoño, a fines de septiembre. Hasta ese entonces, suele estar como
la vimos nosotros.
Caminar
por los barrios de San Francisco fue como estar en muchas ciudades al mismo
tiempo. Estos son nuestros 8 San Franciscos:
· El
barrio latino, lleno de mexicanos e inmigrantes, con murales en las paredes de
los callejones, la mayoría una expresión de protesta.
· El
centro, aunque hermoso, lleno de personas que viven en la calle y con personajes de todo tipo,
de esos que dan miedo.
·
El
barrio Chino, que no necesita mucha explicación.
· North Beach, el barrio italiano, en el que
justo se celebraba un festival y las calles estaban inundadas de gente y de
puestos de venta de todo tipo.
·
Los
barrios llenos de casas estilo Victoriano, que me encantan.
·
e El
famoso Golden Gate Bridge, el mítico puente de San Francisco, que en realidad estaba
bastante cubierto por la bruma.
· Y
más cerca de la costa de lo que hubiéramos podido imaginar estaba la isla de
Alcatraz, famosa por la cárcel de máxima seguridad, de la que decían que no
podía escapar nadie porque no podría sobrevivir al frío del agua.
Decidimos
dedicarle un día más para pasear con la Kangooneta y fue mucho mejor. Nos lo
tomamos mucho más relajados y podíamos tener un descanso del viento cuando lo
sentíamos necesario. Pero después de ese segundo día, sentimos que teníamos que
seguir adelante. No es la ciudad de la que tengamos más fotos, porque era tal
el estímulo visual que preferimos verlo con nuestros propios ojos.
Creo
que todos tenemos un preconcepto de los lugares a los que queremos ir, una idea
de cómo serán. En mi caso esta ciudad no fue lo que había imaginado, y con esto
no quiero decir que no me gustó. Tal vez si el clima hubiera sido más amigable
mi recuerdo sería diferente. No puedo separar las sensaciones y si pienso en
San Francisco, no puedo evitar pensar en que me cagué de frío. Pero como
siempre decimos, no podemos estar en cada lugar para su mejor época, y nos tocó
llegar cuando llegamos, ni un día antes ni un día después. Creo que San
Francisco tiene algo mejor para nosotros en un futuro viaje. No sé cuándo, ni
como, pero estoy segura de que este no va a ser nuestro único encuentro.
Listos
para seguir hacia el norte, continuamos por la Highway 1, la ruta que va
bordeando toda la costa de California, que no es una autopista de muchos
carriles, es solo uno y uno, pero les dicen así. El clima seguía nublado y con
frío, aunque a veces teníamos nuestros momentos soleados y los aprovechábamos
al máximo.
Lo bueno es que te alejás solo unos pocos kilómetros de la costa y
el clima cambia drásticamente. Como por arte de magia sale el sol y hace calor.
Es muy loco. Y justo ahí, al norte de California, muy cerca de la costa, crecen
los Red Woods, los árboles más altos del mundo. Es un parque nacional y lo
visitamos en dos días.
El
primer día hicimos un sendero de unas 6 millas en el que solo nos cruzamos con
2 grupos de personas. Estuvimos solos en el bosque y casi todo el tiempo lo
hicimos cantando o aplaudiendo. Nos encanta ir en silencio y escuchar los
sonidos de la naturaleza, pero en los casos donde puede haber osos, lo mejor es
que ellos escuchen que viene gente, porque en caso de no darse cuenta de que
venís, pueden asustarse y atacar. Fue un buen ejercicio para recordar las
canciones de los campamentos, como “sal de ahí chivita chivita” o “hay un palo
en fondo de la mar”.
El
segundo día visitamos un lugar cerca de la costa rodeados de ríos y de verde
donde según dicen se grabó Jurasic Park. Y disfrutamos de la mañana en un
camino de árboles gigantes en donde la ruta llega a ser tan angosta y los Red
Woods están tan cerca que casi los podés tocar desde el auto.
Después
de estas dos experiencias tan juntas, si tuviera que elegir entre la ciudad y
el bosque, elijo el bosque. Y vos?
Pero, yo que queria ver a la Kangooneta volar por los aires y pasarle a centimetros del tranvia como en las tipicas persecuciones cinematografica por las calles de San Francisco, sera para la proxima. Besos para Or y Aby manda la enana
ResponderEliminar