sábado, 26 de agosto de 2017

Todo lo que sube, tiene que bajar (Desafío 7 días - Día 1)

Inevitablemente, como dice el dicho, todo lo que sube, tiene que bajar.
Así que desde lo más alto que se puede llegar (casi) en el continente americano, en Inuvik (Canadá), bajamos hasta lo más abajo que se puede llegar (casi), hasta Ushuaia.

Por qué esta obsesión por marcar hitos? Por qué será que tenemos esa necesidad de 
colgarnos medallitas? Visité tanta cantidad de países, estuve en tales lugares, viajé durante X cantidad de tiempo.







En lugar de alegrarnos por la victoria de un equipo de fútbol del que somos fanáticos, de 
seguir con admiración algún movimiento político, o de perseguir tener una tele más grande o el auto más nuevo, uno de nuestros ideales es seguir disfrutando de la vida y conocer muchos lugares, y de alguna manera, ponemos toda nuestra energía justamente en eso.

Así como haber ido a las Guyanas fue para nosotros un gran logro, o el haber logrado llegar hasta Alaska, ahora estamos felices de haber llegado hasta acá.
Subir para bajar, y volver a subir, ir para el este o para el oeste. Quién sabe?

Según este mapa hay casi 15 mil kilómetros entre Inuvik y Ushuaia, pero nosotros hicimos más de 85 mil para llegar hasta acá. 

1 - Inuvik    - Paralelo 68° 21’ 42’ Norte
2 - Bahía Lapataia - Paralelo 54º 51’ 30’ Sur

Llegada a Inuvik!
Bahía Lapataia, casi 2 años después!


Podríamos ir más abajo. Todavía está La Antártida, no lo olvidamos! 

En el norte estuvimos en el verano, donde teníamos casi 24 horas de luz, donde el sol bajaba lentamente paralelo al horizonte casi sin esconderse.
Y acá en el sur, el 21 de junio tuvimos la noche más larga del año, que no tiene comparación con las noches del Polo Norte donde el sol no sale por casi un mes. 

2 de la madrugada en Inuvik, para volvernos locos!

Hace un tiempo nos escribió Moe, una señora amiga que conocimos en Inuvik, gracias a Juan, otro amigo viajero. Ella visitó Argentina hace unos cuantos años y también viajó a la Antártida. En su mensaje nos decía que le había encantado Ushuaia y que le hacía acordar un poco a Inuvik. 
Y es que las comparaciones son inevitables. Por empezar, una gran diferencia son los osos, que acá no hay, por suerte. 

Con Juan y Moe, y las inolvidables Cira y Bailey!

Recuerdo que nos fuimos de Inuvik con ganas de volver en el invierno, algo bastante complicado logística y económicamente. Pero bueno, era algo que no dejaba de darnos vueltas. Las reiteradas invitaciones de Moe y Juan para que volvamos nos hacía soñar con que era algo posible. Nos contaban historias de los días que pasaban en su  cabaña en el bosque, o de los paseos en las motos de nieve. Y la idea de manejar por la ruta de hielo hasta el océano Ártico era demasiado tentadora. 

Pero teníamos otras prioridades, y después de Inuvik nos fuimos para Alaska, increíble también, aunque no tan geográficamente al norte, y un punto inolvidable en el viaje. 
Y después de Alaska llegó Oli, y nosotros teníamos ganas de volver a Argentina. 

Así que el plan de volver a Inuvik en invierno por ahora está archivado, y aunque en Ushuaia no exista la ruta de hielo porque las temperaturas no son tan extremas (en Inuvik puede hacer -50º), acá tenemos la nieve y todo lo implica también.  

La Kangooneta fiel compañera de aventuras... 


Todavía no esquía, pero ya le va gustando el trineo!
Todo muy lindo adentro de casa...

Pero en algún momento hay que salir! 

Primera y única (por ahora) experiencia practicando esquí de fondo!


El río no se congela, pero igual se ve lindo!

No es increíble?



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