Si nos preguntaran que hicimos en Costa Rica podríamos
responder sin dudar: Nada y mucho. Como es eso? Sin más vueltas, les contamos
nuestras peripecias en este país.
Cruzamos la frontera del lado del Caribe y llegamos a Punta
Uva. Nos habían dicho que ese era el Caribe Sur y automáticamente imaginamos la
canción de Man Ray: Hay palmeras, hay un bar, hay sombra, hay algo más!
Y ahí nos quedamos toda la primera semana. Caímos en la casa
de Guille, un amigo de un amigo de otro amigo. Un argentino que vive allí hace
unos 12 años. Un abogado que cambió Tribunales por un centro de buceo y un
departamento en Villa Urquiza por una casa de madera sin paredes, a metros del
mar, rodeada de boque lluvioso lleno de animales.
Desde esa base, alternábamos entre distintas actividades. Nos vino muy
bien quedarnos quietos en un lugar y estar cómodos para procesar imágenes,
videos, textos y trabajar un poco en el blog, conectarnos con el mundo a través
de la pantalla. Pero cada tanto hacíamos alguna que otra pausa, algunas muy
largas, para:
Dormir la siesta tirados en la arena o también, porque no, en las palmeras |
Hacer snorkel para ver corales “cuerno de alce” |
Remar en kayak en el río e intentar divisar animales: solo encontramos tortugas
|
Remar en kakak en el mar y volver rápido porque Flor se mareaba
|
Subir al mirador de Punta Uva descalzos, cual tarzán. |
Tomar mate viendo el atardecer en el mar |
Mirar a los surfers y soñar con aprender algún día |
Asombrarnos con una familia de perezosos en el árbol que teníamos a unos pocos metros |
Cosechar papayas
|
Cocinar pescado (regalado)
|
Otras cosas que hicimos:
- Ir a caminar para ver monos en los árboles
- Compartir un asado con Guille y sus amigos
- Jugar al ping pong
- Jugar al truco
- Tratar de sacar fotos a la mariposa azul, aunque sin éxito (la venimos persiguiendo desde Coroico, Bolivia)
Cuando viajamos por allí, escuchamos varias veces
rugidos que venían de la selva. Pensábamos que era jaguares y teníamos mucho
miedo. Nunca habíamos podido saber si eran o no, pues estábamos solos y no
teníamos a quien preguntarle. Cuando los escuchamos por primera vez en la casa
de Guille nos miramos y no hizo falta decir que era el mismo sonido, así que le
preguntamos a él y por suerte… eran los monos aulladores!!! Y nosotros que nos
habíamos imaginado que estuvimos a punto de ser devorados por varios jaguares
en celo! Se nos pinchó la ilusión, era muy aventurero pensar eso!
Al poquísimo tiempo los vimos gritar en vivo y en directo en
varias oportunidades. Los que lo hacen son los machos y uno se puede dar cuenta
a simple vista, ya verán porqué.
Esa primera semana podría considerarse como la primera parte
de la estadía en Costa Rica, ya que a partir de allí el recorrido fue cuasi maratónico!
Hermoso recorrido. Está en nuestros planes ir pronto.
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