Entrar a un nuevo estado en este país es como entrar a un
nuevo país cada vez. Siempre hay una oficina de información turística donde nos
llenan de mapas y de información, y claro, nos ayuda mucho a planear la ruta,
porque como seguro ya saben, no investigamos demasiado con anticipación y menos
que menos vemos fotos de los lugares a los que vamos a ir.
De Arizona, lo único que sabíamos es que es el “Estado del Gran
Cañon”, como lo muestran orgullosas las patentes de los autos de este estado,
pero por suerte descubrimos que Arizona es mucho más que eso.
El primer lugar que visitamos fue el Parque Nacional Bosque
Petrificado. Se hubieran imaginado alguna vez que lo que hoy es un desierto,
hace 200 millones de años fuera un bosque tropical? Nosotros nunca, pero así
era. Y las tormentas tiraron árboles, que cayeron al río, se fueron cubriendo
con sedimentos y con el correr de los años, estos sedimentos que contienen
minerales fueron fosilizando o convirtiendo la madera en piedra. Desde hace
unos cientos o tal vez miles de años, estos árboles fueron saliendo a la
superficie y así es como se los puede encontrar hoy. Entre cañones de piedra de todos colores, vistas infinitas
y arbustos tan pequeños que nos recuerdan lo seco del clima en el medio del
desierto, yacen estos testigos del pasado, mostrando vanidosos los colores que
adquirieron y que saben que van a ser eternos, por lo menos para los seres
humanos.
Avanzamos hacia Walnut Canyon, otro cañon impresionante
donde encontraron muchas casas de nativos que estaban construidas en la montaña
aprovechando los techos y refugios naturales que les daban las piedras. Otro
lugar hermoso que no estaba publicitado en ningún lado.
Y fuimos al maravilloso Sedona. Para llegar, tomamos la ruta
escénica, que nos sacó de la autopista por un camino que baja serpenteante
entre bosques de pinos. Fue de esas rutas que nos encantan y que haríamos una y
otra vez, porque no nos cansamos de las curvas y de las vistas.
Nos íbamos quedar solo un día pero nos enteramos de que se
acercaba el fin de semana largo de Memorial Day, un feriado muy importante, y
el Gran Cañon iba a ser una locura de gente. Por lo tanto decidimos que Sedona
nos acoja unos días más. Había tantas caminatas para hacer que no iba a ser difícil
quedarse más tiempo. Gracias a la información de turismo, encontramos EL lugar
para ver el atardecer. Sillitas, mate y una de esas vistas que te deslumbran.
Cathedral Rock es uno de los puntos que aquí llaman Vortex, lugares en los que hay
una energía especial. No somos muy de esas cosas, pero algo tiene que haber
tenido Sedona que nos encantó tanto.
Allí por primera vez acampamos libre en dos National
Forests. La primera vez en medio del desierto y la segunda en un bosque de
pinos. Hicimos una caminata de 8 km que le da toda una vuelta a la montaña para
tener vistas increíbles y nos metimos con la Kangooneta por caminos con
bastante tierra colorada. Por suerte, encontramos un lavadero de autos, donde
pudimos dejarla limpita y brillante como a ella le gusta.
Y ahora si, con ustedes! El Gran Cañon del Colorado!!!
Dicen que una imagen vale más que mil palabras, aunque en estos
casos las fotos no alcanzan a reflejar ni un poquito la magnitud del lugar.
Solo queremos compartir con ustedes una frase que escuchamos
esos días en el Parque para luego dejarlos con las fotos, y que dice algo así
como:
El Gran Cañon no necesita de la humanidad (viene formándose
desde hace más de 200 millones de años y lo seguirá haciendo aún cuando no
estemos en la tierra para verlo), pero los seres humanos en algún momento de
nuestra vida, necesitamos un lugar como el Gran Cañon.
Y para los fanáticos de la Ruta 66 y de VW y , las últimas fotos de nuestros pasos por allí...
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